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El egoísmo en los niños, colaboración de Aroa Caminero para Guiainfantil.com

Por Aroa Caminero

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Es frecuente y habitual observar conductas egoístas en la infancia. Los niños pequeños tienden a querer satisfacer sus necesidades y deseos de un modo inmediato, sin tener en cuenta para ello a los demás.

Este tipo de conductas que son normales y que pueden tener una función adaptativa en los primeros años de vida, no obstante, si se mantienen en el tiempo, pueden terminar perjudicando a las relaciones interpersonales en el futuro. Por ello, es importante que les ayudemos a superar adecuadamente esta etapa, para que puedan adaptarse correctamente en todos los ámbitos sociales de su vida.

¿Por qué son egoistas los niños?

Aunque es cierto que los niños pueden aprender a comportarse de un modo egoísta por imitación, la realidad es que el egoísmo forma parte del desarrollo evolutivo normal. Es alrededor del primer año de vida cuando pueden empezar a aparecer con mayor frecuencia este tipo de conductas y es habitual que se mantengan hasta los seis años de edad.

La explicación de que tales conductas aparezcan en todos los niños y que se produzcan con mayor frecuencia en este intervalo de tiempo, tiene su base en el desarrollo cerebral de los niños y en especial, en el desarrollo de los lóbulos prefrontales que son las zonas cerebrales encargadas de regular las emociones y las conductas sociales:

– Entre los 3 y los 8 meses de edad: aparecen en los niños las emocines primarias.

– A los dos-tres años: es cuando los niños empiezan a reconocer eficazamente las emociones en uno mismo y en los demás. Hasta los cuatro años de edad, su desarrollo cognitivo no les permite representarse el estado mental de las otras personas (hasta esa edad no terminan de entender que los demás puedan tener intenciones, intereses o sentimientos distintos a los suyos), por lo que son tremendamente egocéntricos, creyéndose continuamente el centro de todo.

– A los cuatro años ya empiezan a ser capaces de representar el estado mental de los demás.

– A los seis años de edad: el desarrollo de los lóbulos prefrontales ya están lo sufientemente maduros como para que los niños sean capaces de ponerse en el lugar del otro con mayor facilidad y además, ya tienen una mayor capacidad para controlar los impulsos y las necesidades propias en favor del respeto a las normas sociales, y entienden que esto es necesario para el manteniemiento del juego y las relaciones con los demás niños.

– Después de los seis años: el desarrollo de estas zonas del cerebro sigue avanzando, permitiendo a los niños ir refinando sus habilidades sociales, especialmente en base a una mayor capacidad de empatía, una mayor autoregulación emocional y una mejor capacidad de resolución de problemas interpersonales.

FUENTE: guiainfantil.com

 

 

Publicado en: Blog de Gomins, Inteligencia Emocional

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