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Lucía y sus interminables deberes. Parte III: Las claves del éxito

Lucía y sus interminables deberes. Parte III: Las claves del éxito

Por Sandra Méndez

Teresa aprendió a manejar la situación cambiando ciertos hábitos que venía haciendo tiempo atrás con Lucía y con ella misma. Las claves del éxito fueron:

  1. El refuerzo positivo. Cada pequeño paso conduce al siguiente.

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Teresa pasó de centrarse en lo que Lucía no hacía a felicitarla por las cosas que sí era capaz de hacer, por pequeñas que pudieran ser.

Lucía comenzó a mostrar más colaboración por su parte. Ya no se olvidaba los libros como solía hacer y a veces apuntaba en el calendario de la nevera las fechas de los controles de clase. Conseguía estar sentada haciendo los ejercicios más de 20 minutos seguidos y cuando tenía alguna duda pedía ayuda, no lo dejaba en blanco como antes. ¡Grandes pasos teniendo en cuenta la situación de Lucía en un principio!

Teresa utilizaba fundamentalmente los elogios y las muestras de cariño, como un abrazo o un beso y en cierta ocasión, cuando Lucía hacía un gran esfuerzo por su parte, aprovechaban para ir a cenar todos juntos a su restaurante preferido.

  1. Entender los deberes como algo más que deberes.

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Teresa llegó a verlos como una oportunidad para enseñar a Lucía lo que es valerse por sí misma. Y como tal lo aprovechó. Dejó de estar encima controlándola cada vez que se ponía a estudiar y empezó a confiar más en ella y en sus posibilidades. Organizarse el tiempo y los deberes permite a los niños sentar las bases para llegar a ser personas autónomas el día de mañana. Cuanto antes aprendan a autorregularse mejor.

  1. Tener muy claro el fin último: disfrutar de la vida y ser feliz.

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Muy a menudo Teresa se veía desbordada con las obligaciones diarias y solía estar de mal humor. Sentía que la vida la dirigía a ella y no al revés. Comprendió que necesitaba un cambio y con el tiempo aprendió que había algo muy importante que sí dependía de ella: sus pensamientos, su diálogo interior.

El pensamiento es previo a la emoción. Si tu cabeza se inunda de preocupaciones lo normal es que sientas agobio, malestar, descontrol e incluso indefensión. Teresa seguía teniendo que recoger a Hugo de karate y hacer un montón de cosas antes de irse a la cama, pero la actitud con la que hacía frente a todo esto era muy distinta. Lógicamente el impacto que tuvo en la familia fue muy positivo. Había empezado a tomar las riendas de su vida. Sentía que tenía más control y poder para afrontar los problemas que pudieran surgir.

Tenía claro su objetivo. Al fin era dueña de sus emociones.

Publicado en: Blog de Gomins, Colegio y Educación

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