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Cuando los niños no quieren hablar

Por Aroa Caminero

Qué es el Mutismo selectivo en los niños

Podemos definir el mutismo selectivo como la dificultad que presentan algunos niños y niñas cuando tienen que comunicarse verbalmente en situaciones que son poco familiares para ellos o cuando tienen que hacerlo con personas poco conocidas.

Los niños con mutismo selectivo tienen una capacidad lingüística y comunicativa adecuada para su edad, pero limitan su comunicación oral a personas muy íntimas y a situaciones muy específicas. Es decir, que en estos niños las dificultades para comunicarse no se deben a trastornos del lenguaje ni a cualquier otro trastorno del desarrollo, sino que el mutismo es una estrategia aprendida para evitar situaciones en las que tienen que hablar y que les generan ansiedad. Por ello, suelen compensar utilizando medios de comunicación alternativos como cuchichear al oído, hacer gestos, muecas, sacudidas de cabeza, empujar para pedir algo…

Por qué se produce el mutismo selectivo en los niños

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En la aparición y desarrollo del mutismo selectivo influyen distintas variables como:

Variables propias del niño: timidez, retraimiento social, dependencia, vulnerabilidad a la ansiedad, falta de habilidades sociales, etc.

Variables ambientales relacionadas con el contexto del niño: estilo educativo sobreprotector o autoritario de los padres, bajo nivel de sociabilidad o aislamiento familiar, apego excesivo de la madre, inadecuados modelos de relación interpersonal, experiencias sociales traumáticas, perfeccionismo familiar o escolar, etc.

Todas estas variables aumentan la probabilidad de padecer el mutismo, pero el trastorno suele desencadenarse cuando hay en la vida del niño un acontecimiento vital estresante, apareciendo especialmente con el inicio de la escolarización.

Por qué se mantiene el mutismo selectivo en los niños

Una vez que aparece el problema del mutismo selectivo, el trastorno se mantiene en el tiempo debido fundamentalmente a dos condiciones:

– A que estos niños suelen tener un exceso de atención por parte de los adultos que le rodean, así como un exceso de protección o acomodación a la forma alternativa en que se comunican, lo que refuerza el mutismo.

– Por otro lado, los otros niños suelen retirarles completamente la atención, lo que provoca que se reduzcan las interacciones con iguales, agravando la situación de aislamiento social.

Publicado en: Blog de Gomins, Familia, Inteligencia Emocional

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Como ayudar a los niños que dejan de hablar

Por Aroa Caminero

Consejos para tratar a los niños con mutismo selectivo

Hay niños que de repente dejan de hablar, de un día para otro. Sin aparentes razones. A este trastorno se le conoce como Mutismo selectivo. Suele suceder cuando el niño quiere huir de una situación o de personas que le generan etrés o ansiedad.

En el caso de que esto ocurra, ¿qué pueden hacer los padres para ayudarle? Aquí tienes algunos consejos para ayudar a tu hijo a que vuelva a hablar y pierda todos sus miedos.

Cómo ayudar a los niños que se niegan a hablar

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Los niños y niñas con mutismo selectivo suelen mostrar un elevado nivel de sufrimiento emocional y presentan problemas de adaptación importantes a nivel personal, académico y sobre todo a nivel social. Por ello, es importante que les ayudemos a superarlo. Así, debemos:

1. Evitar actitudes de sobreprotección: no justificar al niño ante los demás, no expresarle comprensión ni insistirle o presionarle para que responda. Así sólo dedicamos un exceso de atención al problema y reforzamos el mutismo.

2. Evitar actuaciones que puedan mantener el comportamiento del niño: no dar por válidas respuestas gestuales, no darle la posibilidad de responder de otra forma no verbal, no permitir que otros pidan cosas por él, etc.

3.No amenazarle con consecuencias negativas como castigarle, decirle que va a repetir curso… No compararle con hermanos, compañeros u otros niños.

4. Enseñar al niño formas adecuadas de iniciar y mantener interacciones verbales con otros: cómo saludar, como pedir jugar, cómo acercarse…

5. Planificar situaciones sociales en las que estén presentes las personas con las que habla el niño habitualmente y personas con las que no, hasta conseguir que poco a poco hable con ellos.

6. Reforzar el círculo de amigos que tiene el niño y ampliarlo, aumentando también el control del adulto sobre las interacciones del niño con sus iguales para evitar que se quede aislado.

7. Ayudarle a integrarse progresivamente con otras personas: por ejemplo, podemos acercarnos con el niño a un grupo de otros niños y jugamos con ellos un rato hasta que el niño se integre y luego, nos vamos retirando poco a poco.

8. Ayudarle a soltarse realizando actividades de habla enmascarada: hacer juegos en los que haya que hablar pero sin que se le vea la cara como títeres, marionetas, hablar por teléfono dentro de una casita, juegos de hablar al oído…

9. Reforzar positivamente las aproximaciones verbales del niño hacia otras personas (tanto niños como adultos): le felicitamos por hacerlo, le comentamos las ventajas de jugar con otros niños y de tener amigos…

10. Buscar ayuda profesional lo antes posible para evitar la prolongación del problema y para realizar una completa evaluación del caso y diseñar el mejor programa de tratamiento para cada niño.

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Los miedos en los niños: 5 claves para que tu hijo crezca sin miedos. Colaboración con la revista Clan de TVE

Por Silvia Álava

¿Cuáles son las temores más frecuentes entre los 5 y 7 años?, hay un temor para cada edad?, el miedo va evolucionando con los años?

       Hay etapas en las que evolutivamente hablando el miedo es normal como a los dos, los cuatro y los seis años, son miedos que desparecen solos, así que por lo general no debemos darles mucha más importancia.

Según la edad del niño, los miedos cambian. Cuando son bebés, son más frecuentes los miedos relacionados con estímulos intensos o desconocidos, como ruidos fuertes y personas extrañas. Hasta los seis años son comunes los temores relacionados con animales, tormentas, oscuridad, seres fantásticos como brujas o fantasmas, catástrofes y separación de los padres. A partir de los seis años aparece el miedo al daño físico y al ridículo. Algo más tarde, aparecen los miedos a las enfermedades y accidentes, al bajo rendimiento escolar y a la separación de los padres.

 ¿Cómo se adquieren los miedos?

      Hay muchas diferencias individuales, cada niño es un mundo, pero en términos generales, los padres tienen que tener cuidado con las cosas que ven y que escuchan los niños. El adulto puede considerar que una determinada película o dibujos son aptos para ellos, sin embargo, luego hay niños que un determinado personaje, monstruito… que salía, les genera mucho miedo e inseguridad. No olvidemos que cuando son pequeños, les cuesta mucho distinguir entre la realidad y la ficción, así que cuidado con lo que ven los niños.

 

¿Cómo se diferencia el miedo de la fobia o de la ansiedad y cuando preocuparse?

Hay etapas en las que evolutivamente hablando es normal tener miedo, pero si empezamos a ver que el niño deja de hacer determinadas cosas, que su nivel de angustia o de ansiedad empieza a ser muy elevado, que por mucho que el adulto le presione para superarlo, el niño no puede porque su nivel de angustia es alto o que está completamente bloqueado, hay que empezar a darse cuenta que puede estar pasando algo, y es el momento de pedir ayuda. Los miedos no tienen que interferir en la vida cotidiana ni tienen que impedir que el niño se desarrolle con absoluta normalidad. No olvidemos que “los miedos son expansivos” se empieza teniendo miedo a algo, y si no se supera, el miedo va creciendo cada vez más y se termina teniendo miedo a más cosas.

 

¿Cómo reaccionar ante cada miedo: a la oscuridad, a los animales, a ir al colé, a los monstruos, a los médicos o a la enfermedad…

      Lo que nunca debe hacer un adulto cuando el niño tiene miedo es transmitirle una sensación de inseguridad y de preocupación. Cuando el niño tiene mucho miedo, no sabe cómo afrontar esa situación. Su principal fuente de seguridad y de confianza generalmente son sus adultos de referencia, su padre y su madre. Él observa completamente la cara del padre y de la madre en esa situación; si el adulto en ese momento está angustiado por lo mal que lo está pasando su hijo, el niño lo interpreta como: ‘Esta situación es peligrosa, hay que tener miedo porque fíjate lo preocupada que está mi madre’. Esto produce una retroalimentación del miedo. Así que cuando el niño tenga miedo, el rostro del adulto debe de trasmitirle seguridad, serenidad y confianza.

Cuando los niños empiezan a ser más mayores, hay toda una serie de ideas irracionales que están en su cabeza y que están retroalimentando el miedo. En esos casos, hay que razonar con el niño, desmontar sus miedos hablando y razonando con él, para que entienda que no le va a pasar nada malo.

    Si el niño tiene miedo a la oscuridad, o a los monstruos la solución dependerá de la edad del niño, pero mientras son pequeños, dejarles una pequeña lucecita encendida por la noche, decirles que los monstruos no existen, puede ser muy útil, y en el mayor porcentaje de los casos, con el tiempo se les pasará.

Cuando el miedo es a los médicos, al cole… es decir a cosas que tienen que hacer en su vida cotidiana, hay que relajar al niño, pero nunca dejar que los evite. Ir al colegio y al médico es obligatorio, por tanto, si es necesario, le enseñaremos técnicas de control del miedo, estrategias de relajación… pero no permitiremos que no se enfrente a ellos.

 

Claves para que tu hijo crezca si miedos (5 puntos) para concluir la entrevista

  1. No olvides que la principal fuente de aprendizaje de los niños es el modelado, los niños copian a sus adultos de referencia, que son sus padres. Los padres son el modelo a seguir. Unos padres asustadizos y con miedo están enseñando a su hijo a tener miedo.
  2. No muestres al niño una excesiva preocupación por su miedo, pues esto le reforzará aún más. Cuando el niño ve la cara de preocupación de los padres, lo interpreta como que su temor es real.
  3.  Utiliza el sentido del humor, ayudará a que el niño se relaje y pueda relativizar sus miedos.
  4.  Controla los dibujos, películas… que ven los niños. Aunque sean aptos para su edad, puede que salgan determinados personajes o situaciones que les den miedo. 
  5. No huyas del miedo. Los niños tienen que aprender a enfrentarse a ellos y salir victoriosos de los mismos.

 

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