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Artículos de Colegio y Educación

Vuelta al cole sin rabietas

Vuelta al cole sin rabietas

¿Cómo hacer que tus hijos recuperen la ilusión por las clases?

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Fotografía: Danielle Guenther Photography

Por Sandra Méndez

Podríamos decir que septiembre es una especie de año nuevo. Es terminar las vacaciones y empezar a hacer nuevos planes y propósitos: mejorar nuestro nivel de inglés, ponernos en forma, comer más sano, dejar de fumar, tener más paciencia con la gente y un largo etcétera…

Durante las vacaciones tenemos más tiempo para reflexionar y hacer balance de nuestras vidas. Volvemos con ganas de querer cambiar lo que no nos gusta y planificar nuestro futuro a corto plazo. Sin embargo, pasar de las bermudas y el bikini al traje y la corbata no siempre es fácil. A tus nuevos propósitos se suma la vuelta al cole de tus hijos.

Cuando te quieres dar cuenta se ha mezclado el desorden de casa con las ganas de querer ponerte con cosas pendientes. Esto puede convertirse en un auténtico desafío.

Por eso hemos creado la misión Vuelta al cole sin rabietas. No podemos ir al gimnasio por ti ni hacer que aprendas 1.000 palabras nuevas en inglés, pero lo que sí podemos es ayudarte a que te organices mejor, para que tus hijos se adapten antes a la nueva situación y la vuelta al cole sea más llevadera para todos.

La mayoría de nosotros hemos dado manga ancha a nuestros hijos durante las vacaciones: les hemos dejado ver más tiempo la televisión, que trasnocharan, que se levantaran más tarde, incluso hemos sido más flexibles con la alimentación. Pero con la vuelta al cole el despertador vuelve a sonar. Septiembre es un mes lleno de cambios que nos obliga a retomar antiguos hábitos y rutinas.

¿De qué depende que tus hijos tengan éxito en su regreso a las aulas?

Necesitarán ser capaces de controlar su conducta, prestar atención, saber relacionarse con otros niños y tener un pensamiento positivo que les ayude a aceptar lo que no les gusta. Con la misión Vuelta al cole sin rabietas entrenarás sus habilidades sociales, mejorarás su capacidad atencional y harás que se adapten con más facilidad a los cambios. Con Gomins® conseguirás que tus hijos recuperen la ilusión por ir a clase. Para ir abriendo boca te vamos adelantando 5 sencillos pasos que puedes empezar a dar desde hoy mismo:

  1. Pregúntales si se han propuesto conseguir algo este nuevo curso y apóyales en todo, ¡la intención es lo que cuenta!
  2. Háblales de sus amigos de clase y recuérdales lo bien que se lo pasan juntos.
  3. Planificad un horario para acostaros y otro para levantaros y antes de salir de casa ¡recargad energías con un buen desayuno!
  4. Proponles hacer un dibujo sobre algún momento divertido que haya tenido estas vacaciones para entregárselo a su profesor/a como regalo.
  5. Si al dejarle en la puerta llora desconsoladamente y se agarra a ti como a un clavo ardiendo, procura no alargar la despedida o el próximo día recurrirá de nuevo a la rabieta con tal de estar contigo unos minutos más. Deséale un buen día, dale un beso, respira hondo y piensa que en un rato estará jugando como si nada.

Si quieres ir más allá y conocer el estado de tus hijos, anímales a echar una partida a Gomins® y mejorarán aspectos como la impulsividad, el bajo autocontrol o la intolerancia a la frustración. Podrás programar nuevas misiones y a ti te quedará más tiempo libre para poder cumplir con tus nuevos planes y propósitos.

¡Feliz mes nuevo papás y mamás!

#21días #recuperahábitos #gomins

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Lucía y sus interminables deberes. Parte III: Las claves del éxito

Lucía y sus interminables deberes. Parte III: Las claves del éxito

Por Sandra Méndez

Teresa aprendió a manejar la situación cambiando ciertos hábitos que venía haciendo tiempo atrás con Lucía y con ella misma. Las claves del éxito fueron:

  1. El refuerzo positivo. Cada pequeño paso conduce al siguiente.

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Teresa pasó de centrarse en lo que Lucía no hacía a felicitarla por las cosas que sí era capaz de hacer, por pequeñas que pudieran ser.

Lucía comenzó a mostrar más colaboración por su parte. Ya no se olvidaba los libros como solía hacer y a veces apuntaba en el calendario de la nevera las fechas de los controles de clase. Conseguía estar sentada haciendo los ejercicios más de 20 minutos seguidos y cuando tenía alguna duda pedía ayuda, no lo dejaba en blanco como antes. ¡Grandes pasos teniendo en cuenta la situación de Lucía en un principio!

Teresa utilizaba fundamentalmente los elogios y las muestras de cariño, como un abrazo o un beso y en cierta ocasión, cuando Lucía hacía un gran esfuerzo por su parte, aprovechaban para ir a cenar todos juntos a su restaurante preferido.

  1. Entender los deberes como algo más que deberes.

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Teresa llegó a verlos como una oportunidad para enseñar a Lucía lo que es valerse por sí misma. Y como tal lo aprovechó. Dejó de estar encima controlándola cada vez que se ponía a estudiar y empezó a confiar más en ella y en sus posibilidades. Organizarse el tiempo y los deberes permite a los niños sentar las bases para llegar a ser personas autónomas el día de mañana. Cuanto antes aprendan a autorregularse mejor.

  1. Tener muy claro el fin último: disfrutar de la vida y ser feliz.

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Muy a menudo Teresa se veía desbordada con las obligaciones diarias y solía estar de mal humor. Sentía que la vida la dirigía a ella y no al revés. Comprendió que necesitaba un cambio y con el tiempo aprendió que había algo muy importante que sí dependía de ella: sus pensamientos, su diálogo interior.

El pensamiento es previo a la emoción. Si tu cabeza se inunda de preocupaciones lo normal es que sientas agobio, malestar, descontrol e incluso indefensión. Teresa seguía teniendo que recoger a Hugo de karate y hacer un montón de cosas antes de irse a la cama, pero la actitud con la que hacía frente a todo esto era muy distinta. Lógicamente el impacto que tuvo en la familia fue muy positivo. Había empezado a tomar las riendas de su vida. Sentía que tenía más control y poder para afrontar los problemas que pudieran surgir.

Tenía claro su objetivo. Al fin era dueña de sus emociones.

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Lucía y sus interminables deberes. Parte II: 5 pautas para afrontar los deberes con éxito

Por Sandra Méndez

Después de un intenso día de trabajo, Teresa coge el coche y mientras conduce de vuelta a casa le invaden un sinfín de pensamientos. Empieza a agobiarse. Está pensando en todas las cosas que le quedan por hacer antes de que el reloj marque las doce; recoger al pequeño Hugo de sus clases de karate, bañarle, preparar la cena y lo peor de todo: perseguir a Lucía para que haga los deberes del cole. Su profesora le ha puesto ya tres puntos negativos esta semana.

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¿Qué puede hacer Teresa para conseguir que Lucía cambie su actitud y comience a hacerse cargo de sus obligaciones? Las 5 pautas:

 

  1. Disponer de un lugar fijo para hacer los deberes. Lo ideal sería que Lucía tuviese su propio rincón de estudio (cómodo, tranquilo, bien iluminado, provisto de material escolar y de consulta y alejado de posibles distracciones, como la televisión, los videojuegos, el teléfono y otros miembros de la familia).
  2. Evitar convertir el momento de hacer los deberes en la regañina de cada día. No anticiparse y ofrecer a Lucía la necesidad de cambio. Darle la oportunidad para que salga de ella. Si no funciona, negociar objetivos marcando recompensas y castigos, sin reñirla ni levantar el tono de voz y ofreciéndole siempre la posibilidad de ayudarla si lo necesita.
  3. Establecer una hora de comienzo y otra de finalización. Es importante marcar los tiempos, asumiendo que existe un principio y un fin y que en ese periodo hay unos objetivos por cumplir. Conviene también hacer descansos de entre dos y diez minutos cada hora de estudio.
  1. Respetar la forma de trabajar de cada profesor sin protestar sobre la cantidad o calidad de los deberes. Si Lucía escucha a su madre quejarse porque no está de acuerdo con los deberes que manda su profesora, ¿qué probabilidades hay de que se los tome en serio y finalmente los haga? Confiemos en que ellos son los profesionales y saben lo que hacen y por qué lo hacen.
  2. Recomendarle empezar por la asignatura más difícil. Pasados 30 minutos Lucía habrá alcanzado su máximo rendimiento. De esta forma aumentamos la probabilidad de éxito en la tarea y disminuimos las probabilidades de que se frustre por no ser capaz de hacerlo, teniendo en cuenta que a la hora y media su rendimiento habrá disminuido notablemente. Conviene dejar las asignaturas más fáciles para el final o para los momentos de mayor cansancio.

Con estas pautas Teresa consiguió allanar el terreno sobre el que después Lucía caminaría primero en compañía y después sola. Descubre en el siguiente post las claves del éxito.

¿Por qué les funcionó?

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Lucía y sus interminables deberes. Parte I: La necesidad de ir asumiendo responsabilidades

Lucía y sus interminables deberes. Parte I: La necesidad de ir asumiendo responsabilidades

Por Sandra Méndez

– «¡Lucía! No te lo voy a repetir más, ¡deja la tablet y ponte a hacer los deberes!»

– «¡Es que no encuentro el libro de Lengua!»

– «¿Otra vez te lo has dejado en clase?»

– «No sé dónde está. Ya lo haré mañana, total…»

– «¡De eso nada! Tienes el de Mates. Ponte con los ejercicios que tenías pendientes o este fin de semana no vas a la excursión»

Una hora después Lucía seguía sin terminarlos. Las amenazas de su madre Teresa de poco habían servido. Lucía se tiró la tarde yendo de aquí para allá, aprovechando cualquier excusa para levantarse de la silla.

¿Te suena de algo?, ¿estás cansado de perseguir a tu hijo para que haga los deberes del cole? Si el momento de ponerse a estudiar se convierte en una batalla campal, ¡este es tu post!

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Lucía tiene 8 años y como ella muchos niños no son capaces de gestionarse de forma autónoma las tareas que sus profesores mandan para casa. Unos olvidan el material, otros no saben por dónde empezar, algunos hacen lo imposible por retrasar el momento de estudiar y los hay que, aun con toda su buena voluntad, se eternizan y no acaban consiguiendo los objetivos deseados.

Antes de nada, conviene tener claro ciertas cuestiones:

  • Los deberes son una magnífica oportunidad para que el niño empiece a asumir pequeñas responsabilidades y anteponga sus obligaciones a otras actividades más placenteras y gratificantes. Es el momento de que comprenda que en la vida no hay recompensa sin esfuerzo. Algo que Lucía tiene aún pendiente…
  • Es posible que el niño presente dificultades de aprendizaje. Si es así, deberás ofrecerle un apoyo extra. Para los casos más graves puede ser necesario adaptar la educación al niño y no al revés. Escucha a sus profesores, seguro que tienen información relevante para ti.
  • El tiempo de estudio varía en función de la edad del niño. Aproximadamente 15 minutos diarios son suficientes para que los más pequeños lean o ejerciten cálculos matemáticos. Si tienen entre 6 y 8 años el tiempo asciende a 30-40 minutos y alcanza la hora de estudio de los 8 a los 10 años. A partir de esa edad parece apropiado dedicar a los deberes entre 60 y 90 minutos, llegando a necesitar entre dos y tres horas diarias de trabajo en casa en Bachillerato.
  • A partir de los 6 años ya son autónomos para empezar a hacer los deberes solos. Es importante que no se acostumbren a hacerlos únicamente en presencia del adulto y adquieran el nivel de autonomía suficiente para gestionarse y afrontar solos sus obligaciones. ¡Bríndale la oportunidad! Ese es el primer paso.

Queda claro que tu hijo debe asumir con responsabilidad los deberes de clase. Veamos ahora qué puedes hacer tú. En el siguiente post trataremos aquellos aspectos que están bajo tu control como padre o madre y veremos cómo puedes influir para que tu hijo haga los deberes sin que se convierta en una lucha diaria. ¿Crees que hay algo que Teresa pueda hacer? ¡Compruébalo en el siguiente post!

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¡Gomins® hace nuevos amigos!

¡Gomins® hace nuevos amigos!

Son las 10 de la mañana de lo que parece ser un martes cualquiera. Se abre la puerta y entra el primer grupo de niños. Sus rostros son un fiel reflejo de su nivel de expectación. Ignoran lo que van a hacer a continuación y quiénes son esas personas nuevas que están por clase, pero el hecho de ver unas cuantas tablets esparcidas por las mesas pronto les arranca una sonrisa.

            – «Son Marta y Dani y vienen a enseñaros un juego nuevo». Dice Paqui, una de las psicólogas del centro.

Después de recibir las instrucciones, ¡manos a la obra! En pocos segundos los sonidos del juego y sus diferentes fases invaden el aula. Se respira concentración. Las psicólogas aguardan mientras los niños completan los tres mundos de Gomins®. Observan con atención. La postura, las expresiones y los gestos de cada niño durante el juego son muy particulares. Cuando el primer niño termina parece sentir una dulce mezcla entre sorpresa ante lo novedoso de la situación y satisfacción de logro, por el esfuerzo realizado especialmente en los laberintos.

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Centro FUENCAP, en Fuenlabrada

Éste es solo el primero de los 7 días durante los cuales más de 200 niños pertenecientes al Centro de Atención Psicológica Fuencap de Fuenlabrada experimentaron Gomins® en primera persona. Nuestro objetivo en este estudio era comprobar la relación entre la información generada por el Sistema Gomins® actual y los informes de padres y profesionales. Gracias a él hemos comprobado una vez más que nuestro sistema tiene una excelente capacidad predictiva. Por lo tanto, confirmamos de nuevo que nuestro modelo es una aproximación válida para la monitorización del riesgo psicopatológico en niños de entre 4 y 12 años.

Estudios como el de Fuencap nos ayudan a seguir mejorando cada día. Gracias a Arantxa, Eva, Ovi, Paqui, Nuria, Cibeles, Carmen, Maylis e Irene por concedernos vuestro tiempo y permitirnos hacer aún más fiables nuestras medidas. La autorregulación emocional debe ser un componente central en cualquier proyecto educativo, no solo por el impacto directo que tiene en la génesis y el desarrollo de la mayoría de trastornos psicológicos que aparecen en la infancia, sino también por sus efectos en cuanto al rendimiento académico y social. Si queremos niños felices y autónomos, ¡este es el camino!

Desde Gomins® os damos las gracias por ayudarnos a seguir avanzando.

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Y de receta, un juego

Y de receta, un juego

El auge que están teniendo los juegos de salud en la actualidad es incuestionable. Según un informe realizado por la Asociación de Investigadores de eSalud (AIES), suponen un mercado de entre 9.700 y 10.600 millones de euros, un 15,7% del total del mercado de juegos.

Ya sean plataformas de baile para combatir la obesidad, juegos cognitivos para ejercitar la mente o videojuegos con los que entrenar la Inteligencia Emocional de los niños, los juegos de salud no solo divierten y entretienen, sino que además educan, conciencian, protegen frente a posibles trastornos, rehabilitan y ayudan a mejorar la salud y el bienestar de la persona que los utiliza.

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El sistema Gomins® es una propuesta innovadora para el desarrollo de las competencias emocionales y sociales en niños de 4 a 12 años. Se ha implementado en un soporte tecnológico para facilitar el acceso masivo de padres y madres a los recursos que ofrece. Consta de tres elementos principales. En primer lugar, un videojuego para niños, en el que se recogen datos de la ejecución del niño que permiten conocer su estilo de comportamiento y hacer inferencias sobre sus niveles de competencia en ámbitos clave para la autorregulación emocional (tolerancia a la frustración, impulsividad, reconocimiento de emociones, asertividad y autocontrol emocional). Los datos generados se envían mediante protocolos seguros a un servidor central. Una vez procesados e interpretados se envían después a una aplicación para smartphones desde la que los padres pueden ver la evolución de los niños en las diferentes áreas y tener acceso a programas de entrenamiento para cada área basados en actividades en familia, como juegos, manualidades o recetas de cocina que han sido desarrollados por un equipo de psicólogos expertos en Psicología Infanto-Juvenil. Estas secuencias de actividades están minuciosamente pensadas para facilitar el desarrollo de las competencias a la vez que potencian al máximo la autonomía del niño y su capacidad de autorregulación.

La felicidad es una aspiración central para la mayoría de las personas. De hecho, sabemos que es la aspiración principal de los padres cuando piensan en el futuro de sus hijos pero, ¿qué factores son clave en la experiencia de satisfacción vital en la infancia? Un aspecto que a nuestro entender merece una mención especial son las variables motivacionales. Estas variables tienen que ver con los efectos de la forma en la que el niño piensa sobre sus metas y objetivos, así como con las estrategias de gestión que pone en marcha para la consecución de aquellos.

Con Gomins® el niño aprende a ser más autónomo, a valerse por sí mismo, contribuyendo así a su satisfacción vital.

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Y tus hijos, ¿han descubierto ya lo que esconden los libros?

Por Sandra Méndez

El que ha disfrutado teniendo un libro entre sus manos sabe que son mundos abiertos a la imaginación de quien los lee y que lo bueno es que cada persona los vive y siente de forma diferente. La pena es darse cuenta de sus innumerables ventajas cuando ya eres mayor y has perdido la oportunidad de volver a leer con la mentalidad creativa y sin límites de un niño los libros de tu infancia. Para evitar que esto ocurra, lo mejor es fomentar desde pequeños la pasión por la lectura, por los misterios y aventuras que muchos encierran.

¿Cómo? Aquí tienes 7 consejos:

  1. Léele desde bebé. No esperes a que sea capaz de leer solo para empezar a tomar contacto con los libros. Cuanto antes lo haga, mejor será su capacidad lingüística. Le servirá para ejercitar su cerebro y facilitar la adquisición del lenguaje.bebé con libro
  2. Establece un horario, una rutina. Dedícale un tiempo a la lectura y sé constante. La desorganización suele estar reñida con el hábito de leer. Ayúdale a organizar su tiempo y facilítale un espacio donde poder contar con su propia biblioteca.
  3. Busca el momento apropiado. No todas las situaciones son válidas sobre todo si buscas despertar su interés por la lectura. Resérvalo para momentos relajados en los que exista una buena predisposición.niño con libro
  4. Dale libertad para leer. Lo mejor es que pueda elegir libremente los temas que más le gustan. Si se los impones tú, lo convertirás en una obligación más y la lectura perderá todo su encanto y razón de ser. Puedes servir de guía y hacer sugerencias, pero no caigas en imposiciones. Procura tener una propuesta de libros amplia y variada.niño con libro1
  5. Infórmate. Existe un libro adecuado para cada edad, niño y momento personal. Si tienes dudas, pide consejo a profesionales, en el colegio o en librerías infantiles. Huye de los juicios de valor. Cómics, revistas o tebeos, lo importante es la calidad.
  6. Escúchale con atención y responde sus dudas. Tú descubrirás cuáles son sus gustos y él aprenderá que puede contar contigo. Muestra interés por aquello que lee y felicítale por sus logros.
  7. Contágiale. Tú eres el mejor modelo que podría tener, su mayor estímulo. Si te suele ver leyendo te recomiendo dejar algún libro a su alcance. Lo más probable es que acabe cogiéndolo voluntariamente.niña con libro

Ayúdale a hacer de la lectura una herramienta más de disfrute personal. En Gomins® encontrarás diferentes cuentos con los que poder entrenar sus competencias emocionales de una manera divertida. Jumbo, Sabina, Marty el glotón y muchos más os esperan. Cada Gomin le servirá para aprender algo nuevo y mientras podrás desarrollar su placer por leer.

¿A qué esperas? ¡Desafía ya su imaginación! Al fin y al cabo, leer es soñar despierto…

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«Mamá y yo hemos suspendido tres asignaturas esta evaluación»

«Mamá y yo hemos suspendido tres asignaturas esta evaluación»

Por David Pulido

Un niño de once años que acudía a consulta porque sus padres estaban preocupados por su rendimiento escolar me dijo: “Hemos suspendido tres esta evaluación”. Preguntado entonces a quiénes se refería, me dijo “mamá y yo” y pensativo añadió: “Aunque para ella es peor porque había estudiado más que yo”. Esta anécdota refleja el creciente aumento de preocupación de los padres porque sus hijos no hacen los deberes si no están ellos encima. Y además muestra una realidad nada cómica en los hogares: luchas diarias para conseguir que hagan los ejercicios, tardes enteras empleadas por toda la familia en las tareas del niño y un inevitable fracaso escolar con el tiempo. Y lo que es más importante: una absoluta falta de autonomía a la hora de estudiar y de aceptar como propia la responsabilidad académica.

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El objetivo inicial de implicar a los padres en la educación escolar se ha desvirtuado y entrar en una dinámica equivocada tiene como resultado que los niños no saben estudiar solos.

La explicación que los desbordados padres dan acerca de por qué hacen los deberes con los niños, y en muchas ocasiones en lugar de ellos, es que a sus hijos no les gusta o sólo los hacen para conseguir algo, sin motivación propia. Parten de la concepción errónea de que la motivación o el encontrar divertido hacer las tareas escolares es algo innato, que no depende de ellos, cuando en realidad a cualquier niño le gustaría más estar jugando y no copiando hojas.

Pero algunos niños empezaron obteniendo refuerzos a la hora de hacer los deberes, tanto en el colegio como en casa, y al final han acabado asociándolo como algo gratificante. Por tanto, cada vez es menos necesario premiar en casa, puesto que el niño tendrá otro tipo de refuerzos menos materiales o que no dependen ya de los padres. Tienen esa «motivación interna» que reclaman. Pero no venía de serie, la han adquirido.

La dinámica errónea también tiene que ver con qué conducta estamos reforzando: el niño no hace los deberes, por lo tanto los padres se sientan con ellos y les dedican su tiempo y esfuerzo. Eventualmente acaban facilitando también la respuestas a los problemas que les surgen y ayudando en todo lo posible para que acaben antes de la hora de la cena. Las siguientes semanas, la situación no mejora sino que cada vez su dependencia hacia la ayuda de los padres es mayor.

¿Qué está ocurriendo aquí?

Al dedicar nuestra atención al niño, antes siquiera de que empiece la tarea, estamos reforzando esa inactividad. El niño sabe que si se queda parado frente a los deberes sus padres acudirán. El no contestar bien las tareas o tardar en hacerlas tiene como premio el que sean los padres quienes nos den la respuesta o faciliten todo para acabar cuanto antes. ¿Para qué esforzarse entonces? Aunque tengan que soportar alguna regañina, al final el trabajo estará hecho, sin que apenas hayan tenido que pensar o trabajar, y además durante la larga tarde habrán tenido toda la atención del mundo y no siempre en forma de malas caras.

El problema es luego a la hora de hacer los exámenes. Allí no están los padres para completar las respuestas como hacen en casa. Es fácilmente identificable un examen de un niño que no ha estudiado por el tipo de respuestas “vagas” que dan. El niño suspenderá y los padres se verán más justificados que nunca para estar encima de ellos, “ahora es cuando no podemos dejarle a su aire” y en todo este proceso el niño no habrá aprendido la manera de gestionar su tiempo, de resolver problemas o de aplicar sus propias estrategias para optimizar su aprendizaje. En definitiva. No habrá aprendido a estudiar solo.

El no saber salir de esta dinámica al priorizar los resultados académicos al propio aprendizaje de la conducta de realizar los deberes de manera autónoma, prolonga esta situación hasta el absurdo. El niño sigue adelante con los estudios y puede llegar al bachillerato incluso sin haberse responsabilizado de los éxitos o fracasos académicos y sin tener herramientas propias para estudiar. Cuánto mayor es el niño mayores serán los conflictos en casa para que haga los deberes y mayores dificultades tendrá para hacer frente a los estudios, así que al final el fracaso es inevitable.

Desengancharse de esta dinámica tiene que ser gradual: no podemos pretender que lo que no ha aprendido a hacer en años pueda aplicarlo de golpe, por lo cual nuestra retirada tendrá que hacerse de una manera estudiada.

Cómo pasar de hacer los deberes con el niño a que los haga él solo

1. Es muy importante conocer previamente si existe alguna dificultad real en el aprendizaje y cuál es la capacidad del niño para adaptar nuestra ayuda a sus necesidades. Si existe algún déficit, habrá que trabajar con el colegio para conseguir que el niño aprenda técnicas que compensen sus dificultades, pero en ningún caso la solución será hacer los deberes por el niño e ir tirando indefinidamente.

2. Nuestra presencia no puede ser lo que mueva al niño a hacer los deberes o nos obligará a estar siempre pendientes. Hay que usar otro tipo de estímulos y los más útiles son los temporales y los espaciales: empezar siempre a la misma hora y en el mismo lugar de estudio facilitará que el niño sepa cuándo tiene que ponerse y cuándo dejarlo.

3. Cuando el niño se ponga, le pedimos que nos llame y entonces, al principio, le organizaremos las tareas por partes y explicaremos cuál es la primera que tiene que hacer. Después dejamos al niño sólo haciéndola.

3. Si el niño tiene dudas nos puede llamar pero nunca permaneceremos sentados con él. Tras resolverlas nos volvemos a ir y sólo acudimos cuando la haya terminado y nos llame.

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4. Reforzamos entonces la ejecución y corregimos lo que no esté bien. Después, explicamos la nueva tarea y volvemos a dejarle sólo. Puede ser algo cansado al principio pero el cambio es importantísimo: hemos pasado de reforzar la inactividad a reforzar la ejecución. El niño hará los deberes sabiendo que al hacerlo es cuando tendrá la atención y ayuda de los padres, y no antes.

5. Cada semana se irá viendo la evolución y entonces iremos bajando el nivel de apoyo: cada vez dosificaremos menos y no hará falta acudir tantas veces. Luego sólo explicaremos al principio y corregiremos al final de la tarde. Finalmente no hará falta más que una pequeña revisión informal de lo trabajado, porque el niño será capaz de realizarlos todos de manera autónoma.

6. Es muy importante reforzar cada día por el estudio y no sólo por los resultados en el colegio. Además de felicitarle por su trabajo, le demostramos cómo de esta manera la tarde es más gratificante para todos y puede tener mucho más tiempo para jugar al acabarlos antes.

7. Por último, para conseguir mejores resultados, es importante que el colegio vea el cambio en el planteamiento con el niño y si aún es pronto para reforzar con buenas notas, es bueno que sí le hagan ver al niño que su esfuerzo se nota.

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Superdotados, un cerebro por atender

Por Ángel Peralbo

Muchas veces nos olvidamos de esos críos que parece que lo saben todo y que lejos de ser así, es frecuente incluso que en realidad necesiten más atención, recursos y estrategias para su adecuado desarrollo, en un mundo que les exige como al que más y que crea unas altas expectativas sobre quien presupone que por tener un coeficiente intelectual de más de ciento treinta ya lo tiene todo hecho.

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Si nos atenemos a lo que ocurre al principio, vemos que en muchos casos los padres asisten a la paradoja de que a pesar de que su hijo es muy inteligente, lo que les dicen desde el centro educativo es que no atiende, que no quiere trabajar, que lo que quiere hacer es solo lo que decide hacer, etc. Son muchos los niños que aún siendo muy talentosos no sincronizan su potencial con el ritmo esperado en clase y lejos de destacar y conseguir los objetivos curriculares de forma adecuada, no arrancan o lo hacen en dirección contraria o en el mejor de los casos, brillan frente a lo que les gusta y fracasan en relación a lo demás. Utilizo deliberadamente la palabra “fracasan” porque se utiliza frecuentemente y lo hago para recalcar que debería de estar prohibida o al menos, su uso tendría que permitirse exclusivamente a partir de cierta edad, quizá en torno a los ochenta y cinco años, edad a la cual se podría empezar a hablar de fracaso y esto es cuestionable incluso. Considero que es un término que apunta demasiado a la idea de “no haberlo conseguido” frente a lo que pienso que en realidad debería dirigirse, la idea de que aún está en proceso de conseguirlo y hay que buscar la manera de que así sea”. Pero se denomine de una forma u otra, la cuestión es que en muchos de estos casos el sistema no funciona y es esa una primera etapa a la que en mi opinión, hay que atender de manera prioritaria.

¿Cuándo podemos saber si se trata de un niño superdotado?

La idea es que en cuanto tengamos sospechas de que puede ser así o por supuesto, cuando aparezcan dificultades que indiquen una falta de adaptación al ritmo esperado, es conveniente hacerle un estudio para conocer con la adecuada precisión, su potencial y sus capacidades y así poder plantearnos qué recursos son los más adecuados para poder solucionar los problemas que se estén evidenciando y facilitar un desarrollo, tanto académico como personal, en la línea de lo que necesite. Y una vez más aquí es necesario que hagamos un esfuerzo por liberarnos de ideas como: “es pronto para saber su potencialidad, hay que esperar” o “ya se motivará, paciencia”.

Cuánto antes sepamos, antes actuaremos en consecuencia.

Esperando, esperando, en mi experiencia con adolescentes que no consiguen unos buenos resultados, en muchas ocasiones ni siquiera “unos mínimos resultados” veo un importante porcentaje de ellos que ni siquiera conocen sus capacidades, más allá de unas evaluaciones colectivas donde el resultado ha sido: “es un chico/a listo/a”. Esto sí que es un fracaso, pero del sistema que permite que el adolescente esté desorientado y que lo único que reciba es la vaga idea de: “es un vago y en realidad no trabaja porque no le gusta o no quiere”. Obviamente en ciertos casos es así pero los profesionales no tenemos ninguna duda a la hora de identificarlos, por lo que sorprende más que estos casos lleguen a los catorce años en esas condiciones.

Cuando ellos y ellas conocen cuál es su potencial, cuando los padres empiezan a encajar las piezas del puzzle y consiguen entender lo que durante algún tiempo han intuido y cuando los educadores tienen un informe que les ayuda a comprender lo que de verdad ocurre, sin juicios aproximados ni intuiciones sin rigurosidad, las cosas comienzan a ir en la adecuada dirección.

¿Qué podemos hacer en esta etapa?

Una vez que conocemos bien la potencialidad del niño/a ya podemos buscar los recursos formativos, como cuando conocemos la talla que usamos que buscamos una prenda y por mucho que nos empeñemos si no damos con ella o no entra o sobra. Y me refiero tanto a recursos educativos como familiares o sociales.

En cuanto a recursos educativos no nos podemos quedar en la idea tan primaria de que si es tan bueno el chico/a cómo que no llega al nivel de la clase? Hemos de plantearnos por qué ocurre esta cuestión de tal manera que a nada que lo enfoquemos en esa dirección descubriremos las razones para que se aburra o para que llame la atención constantemente o para que presente problemas frecuentes de conducta. De igual forma que no dudamos a la hora de plantear ayudas y refuerzos escolares para los alumnos que no llegan será importante ajustar el nivel de exigencia para estos otros.

En cuanto a recursos familiares, he de decir que por experiencia el solo hecho de que los padres conozcan bien las características de su hijo, ayuda mucho a ajustar las expectativas y tranquiliza bastante, si bien, no es suficiente para que sepan manejar las diferentes situaciones típicas que se les pueden presentar y mucho menos para aprender a entender y sobre todo a tratar a sus hijos que tienen estas características. Por ejemplo, uno de los grandes hándicaps que presentan los niños/as superdotados es que frecuentemente sienten que no les entienden y se sienten “raros”. Pues bien, para los padres es importante la asistencia a talleres donde les expliquemos estas y otras cuestiones ligadas a la superdotación.

Por último es importante hacerse cargo de las dificultades que a nivel social les puede suponer el tema y así es frecuente que puedan tener diferencias con sus compañeros de clase, dados los distintos intereses que pueden presentar y las diferencias precoces que se pueden observar. Esto se puede traducir desde la falta de amigos hasta tenerlos pero pocos. Algo también que me encuentro frecuentemente con algunos adolescentes superdotados es que sus padres se quejan de que no salen o de que apenas tienen amigos. Y la cuestión es que durante años lo que han hecho, puesto que también son bastante selectivos, es que mantienen dos o tres amigos y piensan que ya les sobra, por lo que no sienten ninguna necesidad de relacionarse a mayor escala. Aquí nuevamente hay que apelar a la idea de intervenir cuanto antes y el mejor recurso sin duda es el taller de habilidades sociales donde les ayudamos a mejorarlas junto a compañeros y compañeras de su misma edad. Me gustaría incidir en la idea, a mi juicio equivocada, de que los niños superdotados no tienen empatía o cosas por el estilo. En realidad sí pueden tener en ocasiones una alta sensibilidad social pero pronto aprenden a detectar diferencias que muchas veces perciben como rechazo o incomprensión por parte de los demás y desarrollan cierta protección, lo que supone un alejamiento progresivo de las relaciones sociales convencionales, más allá de los que identifican como ellos/as, con quienes sí se suelen relacionar más y mejor. Hay que devolverles y entrenarles en el uso de estrategias sociales eficaces y adaptativas para que se puedan relacionar con éxito y así puedan tener un desarrollo adecuado y positivo.

 

Será una etapa en la que nos tenemos que encargar de que sean felices, tengan éxito y se preparen para su futuro desarrollo profesional en el que las empresas también se tendrán que hacer cargo de las necesidades que puedan tener y de lo que de ellos puedan esperar, que resulta ser altamente interesante.

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¿Cómo ayudar a los niños a trabajar el hábito de estudio?

Por Silvia Álava

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Es un trabajo secuencial y progresivo, cuando son más pequeños se trata de trabajar el hábito. No hace falta que dediquen horas de trabajo y de estudio, bastaría con 20-25 minutos diarios. Si desde el cole no mandan deberes como tal, podemos dedicar este tiempo a leer en voz alta, contestar preguntas del texto (para trabajar la lectura comprensiva) y hacer un par de operaciones aritméticas. En el primer ciclo de primaria, con esto sería suficiente.

Es importante trabajar la autonomía. Los padres no tienen que estar con los niños haciendo los deberes. Tienen que aprender desde pequeños que los deberes son sus responsabilidad, que los tienen que hacer ellos solitos. Papá y Mamá resuelven las dudas, pero no están sentados a tu lado.

Un error muy común es cargarse con la responsabilidad de los deberes de los niños. En el Centro de Psicología Álava Reyes, a menudo vemos a muchos padres que están demasiado preocupados por los deberes que sus hijos. Y esto no ayuda a los niños, porque ¿Para qué voy a asumir una responsabilidad si sé que ya la ha asumido mi Mamá o mi Papá?

No dudes en ponerte en contacto con nosotros si tienes dudas o necesitas ayuda con tus hijos.

Teléfono 917672031 mail: info@alavareyes.com

 

 

Publicado en: Blog de Gomins, Colegio y Educación

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