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Felicidad y autoestima casi siempre van de la mano

Felicidad y autoestima casi siempre van de la mano

Por Sandra Méndez

Freud llegó a definir expresamente la depresión o melancolía como la pérdida de la autoestima (1914). Los hallazgos científicos nos dicen que la baja autoestima y la depresión son viejas amigas, especialmente cuando hablamos de población infantil (Leiternberg et al., 1986).

Felicidad y autoestimaAunque no está muy claro qué va antes, si el huevo o la gallina, lo cierto es que están relacionadas: a mayor depresión menor autoestima y mayor ansiedad.

Cuando les preguntamos a los padres qué es lo que más desean para sus hijos nos damos cuenta de que la unanimidad es aplastante: queremos que nuestro hijo sea feliz por encima de todo. La autoestima ayuda a los niños en edad escolar a mantener una identidad equilibrada. Como dice Silvia Álava, en los primeros años de vida el concepto que el niño tiene de sí mismo depende del que tienen los demás de él. Investigadores de la Universidad de Washington afirman que la autoestima del niño empieza a conformarse a partir de los 5 años de vida y ésta funciona como base para la vida, siendo relativamente estable en el tiempo.

Si observas que tu hijo apenas tiene interés o ilusión por las cosas, si busca cualquier artimaña para no hacer los deberes porque piensa que no va a ser capaz de hacerlos, si le cuesta mucho hablar en público o tomar decisiones, puede que la visión que tenga tu hijo de sí mismo sea muy pobre.

La buena noticia es que la autoestima puede trabajarse desde edades muy tempranas. En Gomins® te enseñamos cómo fomentarla con divertidas actividades para realizar en familia durante 18 días. Tenemos una misión dedicada exclusivamente a ello: Verme bien para sentirme mejor, para niños a partir de 6 años de edad.

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Si quieres que tu hijo sea feliz hay algo que puedes empezar a hacer desde hoy mismo. Te damos las 5 claves para potenciar su autoestima. Ayúdale a:

  1. Conocerse. Es el primer paso para quererse a sí mismo.
  2. Ver sus puntos fuertes y valorar sus logros. Felicítale cuando haga algo bien, serás el mejor ejemplo.
  3. Aceptar sus errores. No podemos ser perfectos. Deja que se enfrente a pequeños retos. Es una buena forma de aprender.
  4. Tomar sus propias decisiones. No le sobreprotejas. Dale libertad para poner en marcha sus propios recursos.
  5. Reírse de sí mismo. No hay nada como utilizar el humor con uno mismo.

Si lo que buscas es que tu hijo aprenda a valerse por sí mismo y adquiera competencias emocionales y sociales con las que poder regular su conducta y sus emociones, ¡descárgate Gomins®! Nosotros te ayudamos a mantener y generalizar los resultados para que tu hijo siga siendo feliz en las diferentes etapas de su vida. De eso se trata, ¿no…?

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Los problemas psicológicos en la infancia y su repercusión en la sociedad

Los problemas psicológicos en la infancia y su repercusión en la sociedad

 Lo que no se ve 

Se calcula que el 20% de los niños y adolescentes de todo el mundo tiene problemas mentales o de comportamiento. De entre todos los problemas psicológicos, la depresión es la enfermedad que más peso tiene.

Si tenemos en cuenta que alrededor de la mitad de los trastornos mentales comienzan antes de los 14 años y el 70% antes de los 24, la detección e intervención temprana se convierten en dos necesidades indiscutibles.

¿Sabías que los niños con problemas psicológicos no resueltos tienen 7 veces más probabilidades de padecerlos también en la vida adulta?

Los problemas mentales de niños y jóvenes sin tratar debidamente están asociados con resultados insuficientes en materia de educación, desempleo, uso de estupefacientes, estilos de vida peligrosos, delitos, una salud sexual y reproductiva deficiente y un escaso cuidado de sí mismos. Todos ellos son factores que aumentan los riesgos de padecer enfermedades no solo en la infancia y adolescencia, sino también en la edad adulta.

Pero la cosa no queda ahí. Miremos más allá.

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Detrás de la repercusión en su salud existen también altos costes sociales y económicos. Según un estudio que analiza el coste económico a largo plazo derivado de los problemas psicológicos durante la infancia[1], los ingresos de una familia con un hijo con problemas psicológicos sufren una reducción de 265.000 euros. Si perduran en el tiempo, se calcula que de adulto su patrimonio familiar se reduce una media de 15.500 euros y ganará una media de 3.622 euros menos al año. A todo ello hay que añadirle que tendrá más dificultades para encontrar o mantener una relación sentimental y un 11% menos de probabilidades de casarse al llegar a la edad adulta.

Todo esto contribuye indudablemente a una peor calidad de vida.

Las medidas preventivas pueden ayudar a evitar el agravamiento y la progresión de los trastornos mentales y una pronta intervención limita la gravedad de los mismos, además de ser muy rentable en términos económicos (menor empleo de servicios médicos y de recursos sociales, reducción de costes médicos y disminución de absentismo laboral).Sabemos que el coste para la sociedad ronda los 1,86 billones de euros. Es responsabilidad de todos ayudar a los niños y adolescentes a aumentar sus capacidades sociales, mejorar su aptitud para resolver problemas y ganar seguridad en sí mismos, lo que a su vez puede aliviar los problemas de salud mental y protegerlos de comportamientos violentos.

Esta labor comienza en las familias, padres y madres, y continúa en la escuela y las comunidades. Ayudémosles a actuar mejor en sociedad y rendir de manera más eficaz en la escuela para que tengan más posibilidades de convertirse en adultos productivos, bien adaptados socialmente y lo que es más importante, sean felices y estén satisfechos con sus vidas.

Tú decides, ¡su felicidad está en tus manos!

En Gomins avanzamos cada día para ayudarte a conseguirlo. ¿Nos sigues?

 

[1] Smith, J. P., Monica, S., & Smith, G. C. (2010). Long-Term Economic Costs of Psychological Problems During Childhood. Social Science & Medicine (1982), 71(1), 110–115. doi:10.1016/j.socscimed.2010.02.046

Publicado en: Blog de Gomins, Inteligencia Emocional

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Cómplices de su ilusión

Cómplices de su ilusión

Por Daniel Peña

¿Quién no ha estado horas mirando a ninguna parte deseando que ocurriera algo, algo que esperaba con todas sus fuerzas o sencillamente algo nuevo, desconocido pero que podría ser apasionante?

Probablemente al pensar en la ilusión a todos nos venga a la mente alguna imagen de nuestra infancia, de nuestros hijos esperando inquietos para empezar un juego, subirse a una atracción o abrir un regalo. Nos encantaría capturar esos momentos y hacer que duraran para siempre. Pero con el tiempo, se vuelven esquivos y frágiles, y en ocasiones se quedan enterrados entre cientos de experiencias complejas y artificiales.

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¿Cuando dejamos de sentirnos así? ¿Qué apaga ese brillo? Sin duda, el miedo, el miedo a la incertidumbre, a lo desconocido, a defraudar o no encajar en lo que los demás esperan de nosotros. Dejamos de creer en el futuro como una oportunidad y en nosotros mismos como las únicas personas con derecho pleno para juzgarnos. Cedemos el “carnet de juez” a los demás, dando por hecho que lo que deseamos, sentimos o pensamos ya no es válido sino encaja en sus expectativas.

Date un capricho hoy, ¡ya!, ¡ahora mismo! Deja de hacer lo que estás haciendo y mira a tu alrededor. Imagina todo lo que podrías hacer si de verdad lo importante fueras tú, si no tuvieras ninguna obligación de agradar o encajar en lo que los demás esperan. Mira unos minutos por la ventana e imagina como sería tu vida si cada mañana se repartieran de nuevo las cartas, y tuvieras la oportunidad de volver a empezar con cartas nuevas, con nuevas reglas y planes, ¿no sería genial? Esa leve sonrisa que se te ha escapado es la ilusión ¿te acordabas de ella?

Y si tienes hijos conviértete en cómplice de su ilusión. Esta parte de sus vidas solo va a ocurrir ahora. No habrá otros 3, 5 o 9 años. Si te lo propones puedes ser un amplificador de su ilusión. Hazles ver que casi nada es tan dramático como para vivir con miedo y que casi nadie es tan importante como para hipotecar nuestras vidas para evitar su decepción. La sencillez y la naturalidad de los niños son la antesala de la autenticidad y la seguridad de los adultos.

Mucho ánimo y que tengas un buen día.

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La técnica para enseñar a tus hijos a desarrollar nuevas conductas: El moldeamiento

La técnica para enseñar a tus hijos a desarrollar nuevas conductas: El moldeamiento

No te quedes sin ver las claves del moldeamiento para aplicar esta técnica con éxito. ¡En menos de 2 minutos te lo hemos contado!

 

El moldeamiento es un procedimiento en el que se refuerzan las aproximaciones sucesivas a una conducta meta. Para que el reforzamiento tenga lugar es necesario que se dé alguna conducta previa. Lo que conseguiréis con el reforzamiento será fortalecer la probabilidad de que la conducta reforzada tenga lugar. Primero empezaréis fortaleciendo aquellas conductas que más se asemejen a la que pretendéis conseguir. Después, iréis incrementando la exigencia progresivamente.

Para aplicarlo, debes seguir tres pasos:

1. Especificad una conducta meta. Ésta debe ser razonable y relevante para los intereses del niño/a. Negocia con tu hijo dónde queréis llegar.
2. Estableced un punto de partida o línea base. ¿Desde dónde partimos?, ¿qué sabe y qué no sabe hacer tu hijo/a en relación con la conducta objetivo?
3. Planificad las aproximaciones sucesivas, es decir, fragmentad la conducta meta en submetas. ¿En cuantos pasos dividiréis la conducta?, ¿cuánto tiempo dedicaréis a cada uno de ellos?

¡Ánimo! Tened en cuenta que las primeras etapas suelen ser más lentas por requerir más práctica que las siguientes, ya que el aprendizaje previo facilita el siguiente. Recordad que al principio el reforzamiento será más frecuente y el nivel de exigencia más bajo.

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Silvia Álava es autora de «Queremos Hijos Felices«, publicado por JdeJ Editores en 2014.

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10 consejos para educar a niños en el optimismo

10 consejos para educar a niños en el optimismo

Por Silvia Álava

Hay niños que son especialmente negativos y pesimistas, es como si tuvieran un radar para detectar todas las cosas que no salen bien, todo lo malo o lo que no tienen, y se anticipan en negativo pensando que todo va a ir mal, de tal forma que no intentan las cosas porque siempre piensan que no van a ser capaces o les va a salir mal.

No son capaces de darse cuenta de su valía, y a la larga esto puede generar un problema de inseguridad personal y baja autoestima, además de impedirles ser felices, pues en ocasiones este tipo de pensamiento y de conductas les impide afrontar con éxito las situaciones de la vida cotidiana.

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Cómo ayudar a los niños pesimistas:

Es fundamental que estos niños aprendan a enfrentarse a su negativismo y cuenten con técnicas y estrategias para superarlo. Se trata de que se hagan fuertes ante las contrariedades del día a día y que sean capaces de concentrarse en los aspectos positivos en vez focalizar y quedarse atrapados en los negativos.

Ante todo recordemos que nuestro propio ejemplo es la mejor forma de enseñarles cómo afrontar el día a día de forma positiva.

Diez consejos para conseguir que los niños sean optimistas:

  1. Analiza la situación. ¿En qué momento tu hijo tiene esa actitud pesimista? ¿Es una actitud constante, o es a la hora de realizar determinadas tareas que sabe que se le dan peor?
  2. Entrena con él aquella tareas que se le dan peor, eso le hará coger confianza en sí mismo.
  3. Empieza a trabajar desde el nivel que se encuentra el niño, pidiéndole cosas que sabemos que si que puede conseguir. Si el nivel de exigencia es demasiado alto, el niño se puede frustrar al saber que no lo va a conseguir, y favoreceremos sus pensamientos pesimistas.
  4. Trabaja la importancia del esfuerzo desde pequeño. Que sepa que ante las adversidades, la respuesta no es la queja ni verbalizaciones negativas como ‘no puedo’, ‘es que muy difícil’, ‘a mí no me sale’….
  5. Refuérzale mucho cuando algo le sale bien, que se sienta importante y orgulloso.
  6. Atiéndele también cuando no tiene una actitud pesimista, que vea que tiene más atención en positivo que en negativo.
  7. Cuando está muy bloqueado no es el momento de hablar con él ni de hacerle razonar. Es mejor esperar a que se le pase, pues por mucho que le intentamos que vea las cosas de forma positiva, primero necesita ‘desconectar’ antes de seguir con la tarea. Puedes leer más sobre el estrés aquí.
  8. Resalta sus cualidades, enumera o haz una lista con él de las cosas que se le dan bien, por pequeñas e insignificantes que parezcan tiene que aprender a valorarlas.
  9. Enseña al niño a aceptarse como es. Tenemos que aprender a querernos y aceptarnos como somos desde pequeños con nuestras limitaciones. No siempre se puede ser el mejor jugando al fútbol, o al baloncesto. Lo importante es esforzarse para hacer las cosas lo mejor posible.
  10. No olvidemos que la principal fuente de aprendizaje de los niños es el modelado. Los niños copian a sus adultos de referencia: sus padres. Seamos un modelo de superación ante las adversidades, no de negatividad.

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Fuente original del texto: guiainfantil.com

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Tiempo de calidad (IV): Todos salimos ganando

Tiempo de calidad (IV): Todos salimos ganando

Por Sandra Méndez

Puede que si ya has puesto en práctica alguno de los consejos que comentábamos en los anteriores posts, hayas comprobado en primera persona los beneficios de compartir un tiempo de calidad en familia.

Si, por el contrario, todavía no te has atrevido con ninguno de ellos, puede que entonces te decidas al ver las 5 ventajas que conllevan para todos vosotros:

  1. Si procuráis que el poco tiempo que pasáis en familia sea de calidad, intensificaréis los vínculos afectivos y reforzaréis vuestro sentimiento de pertenencia familiar. ¡Sois el mejor equipo que ninguna liga podría soñar!
  2. Facilitarás la comunicación entre todos vosotros. Le estarás enseñando a transmitir sus pensamientos e inquietudes en un entorno seguro en el que poder expresarse libremente. Os ayudará a conoceros aún mejor los unos a los otros. Esto tiene múltiples ventajas a la hora de relacionaros.
  3. Si propicias momentos agradables, aumentará vuestro sentimiento de bienestar. Recuerda que la risa y el buen humor ayudan a estrechar lazos afectivos. Además, mejorarás el clima familiar. Adiós gritos, adiós discusiones inútiles e innecesarias.
  4. Se sentirá querido y atendido, lo que aumentará su autoestima, confianza y seguridad en sí mism@. ¡Con tu apoyo creerá que puede hacerlo todo!
  5. Favorecerás su desarrollo cognitivo, emocional y social. Además, dedicaros el uno al otro sin condiciones hará que desconectéis, os relajéis y os divirtáis.

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Como ves, son muchas las consecuencias positivas que se derivan de disfrutar de un tiempo de calidad en familia. Te invitamos a ponerte en marcha cuanto antes. No desesperes si al principio las cosas no salen como esperabas, es normal que necesitéis vuestro tiempo para acomodaros a los nuevos hábitos. El tesón y la perseverancia serán tus mejores aliados. El sistema Gomins® es una excelente herramienta para sacarle el máximo partido a vuestro tiempo, personalizando al máximo actividades y juegos a las características de tus hijos, y con la garantía de un equipo de expertos de reconocido prestigio. ¿A qué esperas para descargar Gomins para Android o iPad?

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¡Y recuerda! No te olvides de soltar amarras, el sentimiento de culpa no hará sino frenarte y restarte energías. Acabará llevándote a compensar ese malestar con prácticas que no deseas: bien dándoles todo lo que te piden, bien dificultando el establecer límites y responder con un «NO», o bien sobreprotegiéndoles.

Paciencia, corazón, fuerza, optimismo y, sobretodo, sentido común que, aunque resulte irónico debido a su nombre, olvidamos muchas veces practicar.

¡Suerte mamás y papás!

 

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Tiempo de calidad (III): ¿Por qué calidad vale más que cantidad?

Tiempo de calidad (III): ¿Por qué calidad vale más que cantidad?

Por Sandra Méndez

Muchos padres buscan desesperadamente la varita mágica que les ayude a resolver sus problemas y disipar sus dudas sobre cómo afrontar el hecho de educar a sus hijos. Vamos, ¡reconozcámoslo!, las varitas mágicas sólo existen en los cuentos de hadas y esto es la vida real. No hay una solución única a tus problemas ni tampoco una que se ajuste a todos por igual. ¿Opciones? Sí, muchas, y cada vez más. Sólo has de encontrar la que más se ajuste a ti y a tu familia. Puede que la descubras en las siguientes líneas…, ¿quién sabe?

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  • Para los que disponen de poco tiempo, la clave es priorizar en función de sus necesidades. Cuando estés con tus hijos, escúchales con atención, trata de dejar a un lado las prisas, el teléfono o tu agenda. Ellos necesitan contar sus vivencias y les gusta sentirse escuchados y arropados. Entra en su mundo, muéstrate cercan@ e interesad@. Céntrate más en preguntar cómo se siente que en dar consejos.
  • Pregúntales qué les gustaría hacer contigo, deja que elijan una actividad y concédeselo, siempre y cuando sea factible. No esperes a que te lo digan y no trates de adivinarlo. Puede que te sorprendan.
  • Dale autonomía para que aprenda a vestirse, asearse, comer y organizarse por sí sol@. No olvides que necesitará su tiempo para hacerlo. Una buena dosis de paciencia te irá bien. Piensa que es fundamental que adquiera autonomía y aprenda a valerse por sí mism@. 

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  • Utiliza la música como un aliado más en la educación de tus hijos. Con ella aprenden a expresarse de forma diferente y les estimula desde muy pequeños. Bailar, cantar o trotar os servirá para compartir vuestro tiempo mientras desconectáis y os relajáis.
  • Trata de no transmitirle tus preocupaciones o agobios del trabajo cuando estéis juntos. Son capaces de percibir más de lo que crees. Si te resulta difícil, hazle saber que estás cansad@ o preocupad@ y explícale brevemente por qué. Así, evitarás que atribuya tus señales no verbales a otras cuestiones (aburrimiento, desgana, falta de interés, etc.).

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  • No temas por sus errores, debe aprender a manejar la frustración que produce equivocarse o no conseguir que las cosas salgan como uno desea. Dale recursos y estrategias para hacerle frente; recuerda que su mejor guía eres tú. Si quieres saber más al respecto, no dudes en descargarte Gomins®, disponible para Android e iPad.

Puede que, a estas alturas, los más escépticos os estéis preguntando: «¿y qué consigo yo con todo esto?«. Ya te adelanto que muchas cosas buenas. Si quieres descubrirlas, ¡no te pierdas nuestro siguiente post!

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Tiempo de calidad (II): Consejos para que planifiques el tiempo con tus hijos

Tiempo de calidad (II): Consejos para que planifiques el tiempo con tus hijos

Por Sandra Méndez

En el anterior post estuvimos comentando algunas claves que bien pueden entenderse como (pre)requisitos fundamentales para poder educar a nuestros hijos disfrutando de ello y con ellos. En esta ocasión, te damos algunos consejos que pueden serte de ayuda en tu día a día.

Parece lógico pensar que, por muy relevante que sea la calidad del tiempo que pasas con tus hijos, ha de existir un mínimo de cantidad (pero no olvides que pueden ser más productivos 15 minutos escuchándole y observándole atentamente que 2 horas juntos mientras uno ve la televisión y otro utiliza su tablet).

¿Cómo puedo planificar y organizar el tiempo con mis hijos?

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  • Los niños no tienen capacidad suficiente para gestionar su horario, por lo que deberás ser tú quien reserve un hueco para dedicaros mutuamente. Aunque dependerá de las peculiaridades de cada hogar, un momento propicio suele ser antes de irse a dormir.
  • Si tienes más de un hijo, dedica unos minutos a solas a cada uno de ellos. Haz que se sienta especial y permítele que durante ese tiempo sea el único protagonista.
  • Planifica el tiempo que necesitaréis para hacer algo concreto en función de la tarea y de la edad del niño. Recuerda que ellos necesitan más tiempo que tú para hacer la mayoría de cosas. Ajústate a sus necesidades. No le obligues a seguir tu ritmo, porque no podrá hacerlo. ¡Sé previsor y te ahorrarás prisas y discusiones!
  • ¡Cenad sin tele! Aprovechad mientras coméis para conversar sobre cómo habéis pasado el día, qué cosas buenas os han sucedido y qué planes tenéis para el día siguiente.
  • Adéntrales en tu mundo, comparte con ellos otras facetas de tu vida para que comprendan que mamá o papá son algo más. Si entienden que además del rol de mamá, también tienes un rol de farmacéutica, otro de alumna de la clase de Fitness de los jueves y otro de mejor amiga de Lucía, les costará menos entender que te dedicas a más cosas aparte de ser madre.

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En nuestro siguiente post te damos las claves para que exprimas al máximo el tiempo que has conseguido sacar para compartirlo con tus hijos.

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Tiempo de calidad (I): El ABC para ser una familia feliz

Tiempo de calidad (I): El ABC para ser una familia feliz

Por Sandra Méndez

Cuando escuchamos a diferentes profesionales comentar la importancia de buscar un tiempo de calidad para compartir con nuestros hijos, no se están refiriendo a que debamos establecer unos períodos en los que entregarnos en cuerpo y alma a ellos y, después, volver al estado inicial sintiéndonos liberados, como si ya hubiésemos cumplido.

No.

No se trata de fijar espacios concretos de calidad, sino de aprovechar el (poco) tiempo del que disponemos para que éste sea lo más provechoso posible, dentro de las posibilidades de cada uno, ya sea conduciendo, preparando la cena, jugando o vistiéndolos.

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Porque importa más la calidad que la cantidad. Aunque suene a tópico, es así.

El ajetreo de la vida que llevamos hace que, muchas veces, veamos la educación de nuestros hijos como una gran cuesta hacia arriba, con mucha pendiente. Para que exista un cambio, primero debemos convencernos de que éste es posible, de que después de la cuesta, viene llano. Reorganicemos nuestras agendas, si somos capaces de organizarnos en el trabajo, ¿por qué no íbamos a ser capaces de hacerlo en casa?

Con los siguientes consejos lo que pretendemos es ayudarte para que empieces a vislumbrar ese ansiado cambio que crees necesario y que hará que te sientas mejor con tus hijos y contigo mism@.

Comenzaremos por algo más general pero básico, el «abc» de cómo tener una familia feliz sin morir en el intento:

1. Para poder ofrecer lo mejor de ti a tus hijos, primero debes sentirte a gusto contigo mism@. No te culpes por creer que no les estás dedicando tiempo suficiente o por pensar que no lo estás haciendo correctamente. No construyas en tu mente una imagen idealizada de lo que sería la madre o el padre ideal, pues no hará sino caparte como persona, cortarte las alas y frustrarte por no conseguir alcanzar lo que no existe.

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2. Cada madre o padre es diferente. No cometas el error de compararte con el resto. Confía en ti, no temas por las evaluaciones de los demás y cuidado con exigirte más de la cuenta. Si educas desde el amor y el respeto, entonces lo harás bien, no te angusties por ello.

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3. Asume que nadie es infalible, que precisamente por el hecho de ser humanos, nos equivocamos. Lo que verdaderamente importa es aprender de nuestros errores y tratar de corregirlos en futuras ocasiones. Aceptar que no puedes saberlo todo hará que te sientas más relajad@.

En el siguiente post entraremos más a fondo en el funcionamiento diario con los niños. Hasta entonces, ya tienes algo para poner en marcha desde hoy mismo, ¡ánimo!

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«Mamá y yo hemos suspendido tres asignaturas esta evaluación»

«Mamá y yo hemos suspendido tres asignaturas esta evaluación»

Por David Pulido

Un niño de once años que acudía a consulta porque sus padres estaban preocupados por su rendimiento escolar me dijo: “Hemos suspendido tres esta evaluación”. Preguntado entonces a quiénes se refería, me dijo “mamá y yo” y pensativo añadió: “Aunque para ella es peor porque había estudiado más que yo”. Esta anécdota refleja el creciente aumento de preocupación de los padres porque sus hijos no hacen los deberes si no están ellos encima. Y además muestra una realidad nada cómica en los hogares: luchas diarias para conseguir que hagan los ejercicios, tardes enteras empleadas por toda la familia en las tareas del niño y un inevitable fracaso escolar con el tiempo. Y lo que es más importante: una absoluta falta de autonomía a la hora de estudiar y de aceptar como propia la responsabilidad académica.

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El objetivo inicial de implicar a los padres en la educación escolar se ha desvirtuado y entrar en una dinámica equivocada tiene como resultado que los niños no saben estudiar solos.

La explicación que los desbordados padres dan acerca de por qué hacen los deberes con los niños, y en muchas ocasiones en lugar de ellos, es que a sus hijos no les gusta o sólo los hacen para conseguir algo, sin motivación propia. Parten de la concepción errónea de que la motivación o el encontrar divertido hacer las tareas escolares es algo innato, que no depende de ellos, cuando en realidad a cualquier niño le gustaría más estar jugando y no copiando hojas.

Pero algunos niños empezaron obteniendo refuerzos a la hora de hacer los deberes, tanto en el colegio como en casa, y al final han acabado asociándolo como algo gratificante. Por tanto, cada vez es menos necesario premiar en casa, puesto que el niño tendrá otro tipo de refuerzos menos materiales o que no dependen ya de los padres. Tienen esa «motivación interna» que reclaman. Pero no venía de serie, la han adquirido.

La dinámica errónea también tiene que ver con qué conducta estamos reforzando: el niño no hace los deberes, por lo tanto los padres se sientan con ellos y les dedican su tiempo y esfuerzo. Eventualmente acaban facilitando también la respuestas a los problemas que les surgen y ayudando en todo lo posible para que acaben antes de la hora de la cena. Las siguientes semanas, la situación no mejora sino que cada vez su dependencia hacia la ayuda de los padres es mayor.

¿Qué está ocurriendo aquí?

Al dedicar nuestra atención al niño, antes siquiera de que empiece la tarea, estamos reforzando esa inactividad. El niño sabe que si se queda parado frente a los deberes sus padres acudirán. El no contestar bien las tareas o tardar en hacerlas tiene como premio el que sean los padres quienes nos den la respuesta o faciliten todo para acabar cuanto antes. ¿Para qué esforzarse entonces? Aunque tengan que soportar alguna regañina, al final el trabajo estará hecho, sin que apenas hayan tenido que pensar o trabajar, y además durante la larga tarde habrán tenido toda la atención del mundo y no siempre en forma de malas caras.

El problema es luego a la hora de hacer los exámenes. Allí no están los padres para completar las respuestas como hacen en casa. Es fácilmente identificable un examen de un niño que no ha estudiado por el tipo de respuestas “vagas” que dan. El niño suspenderá y los padres se verán más justificados que nunca para estar encima de ellos, “ahora es cuando no podemos dejarle a su aire” y en todo este proceso el niño no habrá aprendido la manera de gestionar su tiempo, de resolver problemas o de aplicar sus propias estrategias para optimizar su aprendizaje. En definitiva. No habrá aprendido a estudiar solo.

El no saber salir de esta dinámica al priorizar los resultados académicos al propio aprendizaje de la conducta de realizar los deberes de manera autónoma, prolonga esta situación hasta el absurdo. El niño sigue adelante con los estudios y puede llegar al bachillerato incluso sin haberse responsabilizado de los éxitos o fracasos académicos y sin tener herramientas propias para estudiar. Cuánto mayor es el niño mayores serán los conflictos en casa para que haga los deberes y mayores dificultades tendrá para hacer frente a los estudios, así que al final el fracaso es inevitable.

Desengancharse de esta dinámica tiene que ser gradual: no podemos pretender que lo que no ha aprendido a hacer en años pueda aplicarlo de golpe, por lo cual nuestra retirada tendrá que hacerse de una manera estudiada.

Cómo pasar de hacer los deberes con el niño a que los haga él solo

1. Es muy importante conocer previamente si existe alguna dificultad real en el aprendizaje y cuál es la capacidad del niño para adaptar nuestra ayuda a sus necesidades. Si existe algún déficit, habrá que trabajar con el colegio para conseguir que el niño aprenda técnicas que compensen sus dificultades, pero en ningún caso la solución será hacer los deberes por el niño e ir tirando indefinidamente.

2. Nuestra presencia no puede ser lo que mueva al niño a hacer los deberes o nos obligará a estar siempre pendientes. Hay que usar otro tipo de estímulos y los más útiles son los temporales y los espaciales: empezar siempre a la misma hora y en el mismo lugar de estudio facilitará que el niño sepa cuándo tiene que ponerse y cuándo dejarlo.

3. Cuando el niño se ponga, le pedimos que nos llame y entonces, al principio, le organizaremos las tareas por partes y explicaremos cuál es la primera que tiene que hacer. Después dejamos al niño sólo haciéndola.

3. Si el niño tiene dudas nos puede llamar pero nunca permaneceremos sentados con él. Tras resolverlas nos volvemos a ir y sólo acudimos cuando la haya terminado y nos llame.

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4. Reforzamos entonces la ejecución y corregimos lo que no esté bien. Después, explicamos la nueva tarea y volvemos a dejarle sólo. Puede ser algo cansado al principio pero el cambio es importantísimo: hemos pasado de reforzar la inactividad a reforzar la ejecución. El niño hará los deberes sabiendo que al hacerlo es cuando tendrá la atención y ayuda de los padres, y no antes.

5. Cada semana se irá viendo la evolución y entonces iremos bajando el nivel de apoyo: cada vez dosificaremos menos y no hará falta acudir tantas veces. Luego sólo explicaremos al principio y corregiremos al final de la tarde. Finalmente no hará falta más que una pequeña revisión informal de lo trabajado, porque el niño será capaz de realizarlos todos de manera autónoma.

6. Es muy importante reforzar cada día por el estudio y no sólo por los resultados en el colegio. Además de felicitarle por su trabajo, le demostramos cómo de esta manera la tarde es más gratificante para todos y puede tener mucho más tiempo para jugar al acabarlos antes.

7. Por último, para conseguir mejores resultados, es importante que el colegio vea el cambio en el planteamiento con el niño y si aún es pronto para reforzar con buenas notas, es bueno que sí le hagan ver al niño que su esfuerzo se nota.

Publicado en: Blog de Gomins, Colegio y Educación

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