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Cómo ayudar a los niños a aceptar la decepción

Consejos para que los niños puedan superar una desilusión

Por Aroa Caminero

La vida está llena de altibajos y desde muy pequeños, los niños también sufren pequeñas decepciones en su vida diaria: el columpio del parque está ocupado, un amiguito no quiere compartir sus juguetes, un puzzle que no le sale, haber perdido en un juego, etc…

La decepción es un sentimiento normal que surge cuando las cosas no ocurren como nos gustarían y que forma parte del proceso de aprendizaje y de desarrollo de las personas. Por ello, para su correcto desarrollo emocional, es imprescindible que dejemos que los niños experimenten el sentimiento de frustración desde pequeños para que aprendan a ser capaces de manejar las decepciones que sufrirán el resto de su vida.

Cómo enseñara los niños a aceptar la decepción

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Para que los niños aprendan a aceptar cuanto antes la decepción, podemos llevar a cabo las siguientes pautas básicas:

Ayúdales a establecer expectativas realistas, ya que no es bueno dejar que se hagan ilusiones sobre cosas que no estamos seguros de sí ocurrirán de la forma que desean: ‘puede que tu amiguito Carlos no te deje el muñeco ahora aunque se lo pidas por favor’.

Enséñale a reconocer la decepción y a aceptarla. Explícale que es algo normal que nos sintamos mal cuando algo no sale como nos gustaría, diciéndole cosas como: ‘es normal que te moleste que Carlos no te deje el muñeco porque llevabas toda la tarde esperando para jugar con él’.

Sugiérele posibles soluciones alternativas. Es importante que vea que cuando las cosas no ocurren como quiere, hay otras opciones: ‘que te parece si mientras Carlos juega con el muñeco,tú juegas a tirarte por el tobogán’.

– Hazle ver el lado positivo de la situación. De prácticamente todas las decepciones se aprende y podemos entrenarles desde pequeños a que saquen la parte positiva de ellas: ‘¿lo ves?, aunque no has jugado con el muñeco te lo has pasado genial en el tobogán y te has hecho amiguito del niño que estaba allí’.

– No permitas que la decepción se convierta en una rabieta. Los niños tienen que aprender a controlar su frustración de un modo progresivo, así que cuando descarguen su decepción en forma de ataque de ira o de pataleta, les retiraremos toda nuestra atención para que aprendan que así no consiguen nada.

Refuérzale mucho cuando acepte de forma adecuada una decepción. Este será un momento perfecto para darle muchos abrazos y mimos y para hacerle mucho caso.

Aprende a gestionar adecuadamente tus propias desilusiones delante de los niños. La principal fuente de aprendizaje de los niños son los modelos adultos y tienden a copiar su comportamiento, tanto el positivo como el negativo.

Publicado en: Blog de Gomins, Familia

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Pautas para fomentar la felicidad de nuestros hijos (I)

Por Silvia Álava

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La felicidad de los niños depende de los siguientes parámetros, según los estudios de la Dra. Sonja Lyubomirsky, autora de “La Ciencia de la Felicidad”, el 50% se debe a factores genéticos, un 10% a las circunstancias vividas, y el 40% a la actividad emocional. Partiendo de estos datos, podemos plantear la hipótesis de cómo, pese a unas circunstancias difíciles y de la carga genética, todavía nos queda un 40% de margen, el correspondiente a la actividad emocional que podemos aprender a controlar.

Sólo un 10% de la felicidad depende de las circunstancias externas, y aunque la capacidad para ser feliz es algo innato, está en nuestra mano incrementarla. Poseemos un increíble potencial de mejora de la dicha y el bienestar, que depende exclusivamente de nuestros actos y pensamientos, y podemos trabajar con los niños para que aprendan a ser más felices desde pequeños.

Dependiendo de la edad del niños cambiaran sus gustos y sus preferencias a la hora de cómo prefieren pasar su rato de ocio y  el tiempo libre y cambian las cosas que les hacen felices. Pero lo que tenemos clarísimo que hace felices a los niños desde muy pequeños es favorecer su correcto desarrollo personal, su correcta autonomía y autoestima… dejándole que juegue, pero a la vez que se responsabilice de sus cosas… que los padres no les involucren en temas que no le conciernen por su edad. Es bueno que se hagan responsables, pero de las cosas que pueden asumir, no por ejemplo de problemas familiares o de pareja. No ver discutir a sus padres, y sobre todo sentirse atendidos y queridos.

Publicado en: Blog de Gomins, Inteligencia Emocional

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Pautas para fomentar la felicidad de nuestros hijos (II)

Por Silvia Álava

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Los padres pueden ayudar a incrementar la felicidad actual de sus hijos y lograr que sean unos adultos felices.

Aquí tenemos algunas pautas a seguir:

  • Enseñemos a los niños a no dar nada por supuesto y a que aprendan a decir GRACIAS. La gratitud es uno de los mayores predictores de la felicidad. Si aprendemos a ser agradecidos incrementaremos nuestra felicidad.
  • Ser amables. Realizar cosas por los demás es otro de los factores que se ha estudiado como precursor de la felicidad. Para que esto nos funcione, todo lo que hagamos por los demás hay que hacerlo sin esperar nada a cambio, y sin vivirlo como una obligación.
  • Centrándonos en lo positivo. Aunque es necesario corregir los errores de hijos, eso no implica machacar innecesariamente la autoestima. Por eso siempre debemos decirles lo que hicieron bien.
  • No etiquetar: No cometamos el error de “etiquetar” a los niños, por ejemplo “eres malo” como si el ser malo fuese algo inherente en el niño y que no se puede cambiar, de esta forma sólo conseguiremos que el niño se habitúe al adjetivo y que lo viva como “yo soy así, y por tanto no lo voy a cambiar”. Podemos establecer como alternativa: Te estás portando mal, porque no estás obedeciendo, estás gritando… se trata de focalizar más hacia lo que está haciendo mal el niño, no caer en generalidades ni etiquetas.
  • No dramatizar: cuanto antes comencemos a educar a los niños para que le den a las cosas su justo valor, mejor diferenciarán y aprenderán a distinguir las cosas  realmente importantes de la vida y evitaremos que sufran inútilmente.
  •  No sobreprotejamos a los niños, si favorecemos su correcto desarrollo y autonomía, incrementaremos su seguridad y su  felicidad. Los niños se sienten bien y les gusta poder “hacer cosas de mayores”, y ganarse las cosas por ellos mismos.

Enseñemos a los niños a que aprendan a controlar y a regular sus emociones, favorezcamos el correcto desarrollo de su Inteligencia Emocional.

Publicado en: Blog de Gomins, Inteligencia Emocional

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Los miedos en los niños: 5 claves para que tu hijo crezca sin miedos. Colaboración con la revista Clan de TVE

Por Silvia Álava

¿Cuáles son las temores más frecuentes entre los 5 y 7 años?, hay un temor para cada edad?, el miedo va evolucionando con los años?

       Hay etapas en las que evolutivamente hablando el miedo es normal como a los dos, los cuatro y los seis años, son miedos que desparecen solos, así que por lo general no debemos darles mucha más importancia.

Según la edad del niño, los miedos cambian. Cuando son bebés, son más frecuentes los miedos relacionados con estímulos intensos o desconocidos, como ruidos fuertes y personas extrañas. Hasta los seis años son comunes los temores relacionados con animales, tormentas, oscuridad, seres fantásticos como brujas o fantasmas, catástrofes y separación de los padres. A partir de los seis años aparece el miedo al daño físico y al ridículo. Algo más tarde, aparecen los miedos a las enfermedades y accidentes, al bajo rendimiento escolar y a la separación de los padres.

 ¿Cómo se adquieren los miedos?

      Hay muchas diferencias individuales, cada niño es un mundo, pero en términos generales, los padres tienen que tener cuidado con las cosas que ven y que escuchan los niños. El adulto puede considerar que una determinada película o dibujos son aptos para ellos, sin embargo, luego hay niños que un determinado personaje, monstruito… que salía, les genera mucho miedo e inseguridad. No olvidemos que cuando son pequeños, les cuesta mucho distinguir entre la realidad y la ficción, así que cuidado con lo que ven los niños.

 

¿Cómo se diferencia el miedo de la fobia o de la ansiedad y cuando preocuparse?

Hay etapas en las que evolutivamente hablando es normal tener miedo, pero si empezamos a ver que el niño deja de hacer determinadas cosas, que su nivel de angustia o de ansiedad empieza a ser muy elevado, que por mucho que el adulto le presione para superarlo, el niño no puede porque su nivel de angustia es alto o que está completamente bloqueado, hay que empezar a darse cuenta que puede estar pasando algo, y es el momento de pedir ayuda. Los miedos no tienen que interferir en la vida cotidiana ni tienen que impedir que el niño se desarrolle con absoluta normalidad. No olvidemos que “los miedos son expansivos” se empieza teniendo miedo a algo, y si no se supera, el miedo va creciendo cada vez más y se termina teniendo miedo a más cosas.

 

¿Cómo reaccionar ante cada miedo: a la oscuridad, a los animales, a ir al colé, a los monstruos, a los médicos o a la enfermedad…

      Lo que nunca debe hacer un adulto cuando el niño tiene miedo es transmitirle una sensación de inseguridad y de preocupación. Cuando el niño tiene mucho miedo, no sabe cómo afrontar esa situación. Su principal fuente de seguridad y de confianza generalmente son sus adultos de referencia, su padre y su madre. Él observa completamente la cara del padre y de la madre en esa situación; si el adulto en ese momento está angustiado por lo mal que lo está pasando su hijo, el niño lo interpreta como: ‘Esta situación es peligrosa, hay que tener miedo porque fíjate lo preocupada que está mi madre’. Esto produce una retroalimentación del miedo. Así que cuando el niño tenga miedo, el rostro del adulto debe de trasmitirle seguridad, serenidad y confianza.

Cuando los niños empiezan a ser más mayores, hay toda una serie de ideas irracionales que están en su cabeza y que están retroalimentando el miedo. En esos casos, hay que razonar con el niño, desmontar sus miedos hablando y razonando con él, para que entienda que no le va a pasar nada malo.

    Si el niño tiene miedo a la oscuridad, o a los monstruos la solución dependerá de la edad del niño, pero mientras son pequeños, dejarles una pequeña lucecita encendida por la noche, decirles que los monstruos no existen, puede ser muy útil, y en el mayor porcentaje de los casos, con el tiempo se les pasará.

Cuando el miedo es a los médicos, al cole… es decir a cosas que tienen que hacer en su vida cotidiana, hay que relajar al niño, pero nunca dejar que los evite. Ir al colegio y al médico es obligatorio, por tanto, si es necesario, le enseñaremos técnicas de control del miedo, estrategias de relajación… pero no permitiremos que no se enfrente a ellos.

 

Claves para que tu hijo crezca si miedos (5 puntos) para concluir la entrevista

  1. No olvides que la principal fuente de aprendizaje de los niños es el modelado, los niños copian a sus adultos de referencia, que son sus padres. Los padres son el modelo a seguir. Unos padres asustadizos y con miedo están enseñando a su hijo a tener miedo.
  2. No muestres al niño una excesiva preocupación por su miedo, pues esto le reforzará aún más. Cuando el niño ve la cara de preocupación de los padres, lo interpreta como que su temor es real.
  3.  Utiliza el sentido del humor, ayudará a que el niño se relaje y pueda relativizar sus miedos.
  4.  Controla los dibujos, películas… que ven los niños. Aunque sean aptos para su edad, puede que salgan determinados personajes o situaciones que les den miedo. 
  5. No huyas del miedo. Los niños tienen que aprender a enfrentarse a ellos y salir victoriosos de los mismos.

 

Publicado en: Blog de Gomins, Inteligencia Emocional

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Juegos y juguetes para estimular a los niños en su primera infancia

Por Silvia Álava

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En estos días en los que hacemos regalos a los más pequeños de la casa, os adjunto la última colaboración con guiainfantil.com en la que tratamos la que os damos algún consejo para acertar.

Elegir juguetes adecuados para niños de 0 a 6 años

Los juguetes además de ser una medio de distracción y de entretenimiento para los niños, bien utilizados sirven para estimularos y favorecen muchos procesos de aprendizaje. Los primeros seis años de vida de desarrollo del niño, son fundamentales, y es la edad donde más atención tenemos que poner en la estimulación que recibe nuestro hijo. 

En estos años, cuando hablamos de estimular al niño, no nos referimos sólo a la importancia de la educación reglada, sino que hay una parte importantísima que podemos realizarla a través del juego.

LA ESTIMULACIÓN DEL NIÑO A TRAVÉS DE LOS JUGUETES

La elección de los juguetes irá muy acorde a la edad del niño, pues según va creciendo, no solo cambian sus gustos, si no que se adquieren toda una serie de habilidades y destrezas que harán que puedan jugar con juguetes más sofisticados.

Desde nuestra experiencia en el ámbito de la psicología infantil, observamos la importancia del juego en edades tempranas en los niños. Es por eso que se aconsejan juegos para estimular a los más pequeños, como:

– Los apilables, con los que se trabaja la motricidad fina y la coordinación óculo-manual, (también hay apilables con rosca para los más pequeños…)

– Los encajables, de formas geométricas o animales, con los que además de trabajar coordinación visomanual, y destrezas finas, se trabaja la memoria de formas, y los niños aprenden la dinámica del puzzle, juego completísimo y junto con las construcciones, importantísimo en el juego de los niños.

En esta gama de juguetes, existe una gran variedad, elijámoslos en función de la edad y de los gustos del niño. Cuando juguemos con construcciones, es bueno, favorecer tanto que el niño realice su propia construcción, fomentando su creatividad, como que copie un modelo, bien de los que nos trae la propia caja, o el que le realice el adulto que está con él.

– Con los bebés el uso de marionetas nos servirá para estimular de forma divertida a los niños, sentidos de la vista, del tacto… y cuando sean un poco más mayores ellos mismos podrán jugar con ellas, bien a reproducir una historia, crear sus propios cuentos…

– Los colores, los sonidos y las apariencias son fundamentales en los juguetes, los colores llamativos sirven para atraer la atención del niño, que los seleccione y empiece a jugar con ellos. Las diferentes texturas y la introducción de sonidos estimulan los sentidos de la vista el tacto y el oído, y favorecen el aprendizaje asociativo.

– Los juegos de plastilina, los recortables, vestir y desvestir muñecos… son buenos para trabajar las destrezas finas, además de la paciencia del niño.

– En este rango de edad, los juguetes tradicionales son importantísimos para favorecer una correcta estimulación en el niño. Los niños están inmersos en mundo tecnológico, por eso, no podemos pretender que no tengan juegos tecnológicos, pero si regular su uso. No olvidemos la importancia y las bondades que tienen los juguetes tradicionales en el niño y como éstos fomentan unos procesos de aprendizaje que no realizan los videojuegos.

CONSEJOS PARA ELEGIR JUGUETES A LOS NIÑOS

No olvidemos que jugar es divertirse, y lo primero de todo, al niño el juguete le tiene que parecer divertido y entretenido;  por lo que puede escoger jugar a lo que él quiera. Si un niño quiere jugar con una muñeca, o una niña con un camión, dejémosles y no favorezcamos en ellos prejuicios sexistas. Cada niño puede jugar con el juguete que elija. No obstante,  sí que es verdad, que a pesar de las diferencias individuales, las niñas suelen pasar por una etapa, de “todo rosa, muñecas y princesas”, y los niños de “coches y camiones”.

Jugar, también es compartir. Cuando los niños juegan con más niños, previamente al juego, tendrán que negociar entre todos a qué van a jugar, cómo jugar, cuáles son las normas del juego… En este proceso implicamos procesos atencionales, de negociación, y de aceptación de unas normas y unas reglas previamente pautadas y aceptadas por el grupo, un aprendizaje muy valioso para su futuro. Compartir los juguetes es un aprendizaje básico sobre todo cuando los niños tienen hermanos. Los hermanos  tienen que aprender a estar juntos y a no pelearse, les quedan muchos años de convivencia y de compartir, así que cuanto antes aprendan mejor. Los padres pueden favorecer ese aprendizaje. Por eso les tendremos que explicar que tienen que compartir el juguete, que no se pueden pelear, y que tienen que  aprender a compartir y arreglar las cosas ellos solos.

Estableceremos el momento de entrada de los padres en escena cuando empiecen a gritar a pegarse o a insultar. Entonces, hay que hacer un rápido análisis de la situación y valorar qué consecuencias se establecerán. Cuando los niños son pequeños basta con decirles que vamos a estar cinco minutos sin el juguete por el que comenzó la discordia. Cuando hayan pasado los cinco minutos establecidos, les dejamos que reinicien el juego que estaban realizando, para darles la oportunidad de compartir y estar juntos.

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El egoísmo en los niños, colaboración de Aroa Caminero para Guiainfantil.com

Por Aroa Caminero

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Es frecuente y habitual observar conductas egoístas en la infancia. Los niños pequeños tienden a querer satisfacer sus necesidades y deseos de un modo inmediato, sin tener en cuenta para ello a los demás.

Este tipo de conductas que son normales y que pueden tener una función adaptativa en los primeros años de vida, no obstante, si se mantienen en el tiempo, pueden terminar perjudicando a las relaciones interpersonales en el futuro. Por ello, es importante que les ayudemos a superar adecuadamente esta etapa, para que puedan adaptarse correctamente en todos los ámbitos sociales de su vida.

¿Por qué son egoistas los niños?

Aunque es cierto que los niños pueden aprender a comportarse de un modo egoísta por imitación, la realidad es que el egoísmo forma parte del desarrollo evolutivo normal. Es alrededor del primer año de vida cuando pueden empezar a aparecer con mayor frecuencia este tipo de conductas y es habitual que se mantengan hasta los seis años de edad.

La explicación de que tales conductas aparezcan en todos los niños y que se produzcan con mayor frecuencia en este intervalo de tiempo, tiene su base en el desarrollo cerebral de los niños y en especial, en el desarrollo de los lóbulos prefrontales que son las zonas cerebrales encargadas de regular las emociones y las conductas sociales:

– Entre los 3 y los 8 meses de edad: aparecen en los niños las emocines primarias.

– A los dos-tres años: es cuando los niños empiezan a reconocer eficazamente las emociones en uno mismo y en los demás. Hasta los cuatro años de edad, su desarrollo cognitivo no les permite representarse el estado mental de las otras personas (hasta esa edad no terminan de entender que los demás puedan tener intenciones, intereses o sentimientos distintos a los suyos), por lo que son tremendamente egocéntricos, creyéndose continuamente el centro de todo.

– A los cuatro años ya empiezan a ser capaces de representar el estado mental de los demás.

– A los seis años de edad: el desarrollo de los lóbulos prefrontales ya están lo sufientemente maduros como para que los niños sean capaces de ponerse en el lugar del otro con mayor facilidad y además, ya tienen una mayor capacidad para controlar los impulsos y las necesidades propias en favor del respeto a las normas sociales, y entienden que esto es necesario para el manteniemiento del juego y las relaciones con los demás niños.

– Después de los seis años: el desarrollo de estas zonas del cerebro sigue avanzando, permitiendo a los niños ir refinando sus habilidades sociales, especialmente en base a una mayor capacidad de empatía, una mayor autoregulación emocional y una mejor capacidad de resolución de problemas interpersonales.

FUENTE: guiainfantil.com

 

 

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