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Las rabietas de Javier: Primera parte

Las rabietas de Javier: Primera parte

Por Sandra Méndez

Muchas veces los niños demuestran ser unos auténticos estrategas y utilizan ingeniosos trucos para conseguir su objetivo, como llorar o patalear en el momento «más oportuno» hasta que les damos lo que buscan. Pero no todas las rabietas responden a una manipulación emocional. Los llantos y gritos también les sirven para expresar su rabia y frustración cuando no pueden transmitir lo que sienten con palabras. Por lo tanto, parece comprensible aceptar un mínimo de pataleo sano y esporádico.

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En general, los niños de entre 2 y 4 años suelen recurrir a las rabietas como forma de expresar su frustración. Evolutivamente esto es normal, pero ¿qué pasa cuando esa forma de expresar las emociones se convierte en una rutina?, ¿qué opciones tienen los padres?, ¿cómo pueden controlar el comportamiento de sus hijos? Para responder a estas preguntas, vamos a conocer a Javier, el benjamín de tres hermanos. Javier tiene dos años y medio y desde hace varios meses tiene muy preocupados a sus padres por sus constantes rabietas. Cada vez son más frecuentes e intensas y ya no suceden solo en casa, sino también cuando hacen planes para intentar compartir un rato en familia, ya sea en un restaurante comiendo, en la cola del cine o de compras.

Al principio, eso de tirarse al suelo, rodar como una croqueta y aguantar la respiración les parecía hasta gracioso. Sus hermanos solían divertirse al ver a Javier descontrolado haciendo ruiditos y tirando cosas. ¡Hasta sus padres acababan riéndose por las caras que ponía! Pero llegó el día en que dejó de parecerles gracioso y acabaron hartándose de sus constantes berrinches, especialmente cuando sucedían delante de otras personas o en lugares públicos.

Cuando los padres quisieron cortar de raíz el problema regañándole cada vez que pataleaba y gritaba sin control, él ya había aprendido su propia estrategia para captar la atención de todos. Javier no entendía por qué lo que antes les hacía gracia, ahora les enfadaba.

Llegados a este punto, ¿qué pueden hacer los padres de Javier para poner fin a este problema? En el siguiente post os descubrimos las 5 claves.

Publicado en: Blog de Gomins, Familia, Inteligencia Emocional

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