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Las rabietas de Javier: Primera parte

Las rabietas de Javier: Primera parte

Por Sandra Méndez

Muchas veces los niños demuestran ser unos auténticos estrategas y utilizan ingeniosos trucos para conseguir su objetivo, como llorar o patalear en el momento «más oportuno» hasta que les damos lo que buscan. Pero no todas las rabietas responden a una manipulación emocional. Los llantos y gritos también les sirven para expresar su rabia y frustración cuando no pueden transmitir lo que sienten con palabras. Por lo tanto, parece comprensible aceptar un mínimo de pataleo sano y esporádico.

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En general, los niños de entre 2 y 4 años suelen recurrir a las rabietas como forma de expresar su frustración. Evolutivamente esto es normal, pero ¿qué pasa cuando esa forma de expresar las emociones se convierte en una rutina?, ¿qué opciones tienen los padres?, ¿cómo pueden controlar el comportamiento de sus hijos? Para responder a estas preguntas, vamos a conocer a Javier, el benjamín de tres hermanos. Javier tiene dos años y medio y desde hace varios meses tiene muy preocupados a sus padres por sus constantes rabietas. Cada vez son más frecuentes e intensas y ya no suceden solo en casa, sino también cuando hacen planes para intentar compartir un rato en familia, ya sea en un restaurante comiendo, en la cola del cine o de compras.

Al principio, eso de tirarse al suelo, rodar como una croqueta y aguantar la respiración les parecía hasta gracioso. Sus hermanos solían divertirse al ver a Javier descontrolado haciendo ruiditos y tirando cosas. ¡Hasta sus padres acababan riéndose por las caras que ponía! Pero llegó el día en que dejó de parecerles gracioso y acabaron hartándose de sus constantes berrinches, especialmente cuando sucedían delante de otras personas o en lugares públicos.

Cuando los padres quisieron cortar de raíz el problema regañándole cada vez que pataleaba y gritaba sin control, él ya había aprendido su propia estrategia para captar la atención de todos. Javier no entendía por qué lo que antes les hacía gracia, ahora les enfadaba.

Llegados a este punto, ¿qué pueden hacer los padres de Javier para poner fin a este problema? En el siguiente post os descubrimos las 5 claves.

Publicado en: Blog de Gomins, Familia, Inteligencia Emocional

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Papá, ¡voy a endulzarte el día!

Papá, ¡voy a endulzarte el día!

Por Sandra Méndez

Si el armario de papá está lleno de pisapapeles de barro, marcos de fotos con macarrones y corbatas de plastilina, ¡llegó el momento de sorprenderle con algo diferente!

Aunque el día del padre está a la vuelta de la esquina, todavía estáis a tiempo de hacer este año algo diferente. Os retamos a preparar un rico desayuno con el que se le caerá la baba y puede que alguna que otra lagrimita: tortitas personalizadas con chocolate y fresas. ¡Seguro que a los peques les encanta mancharse las manos!

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Con unos sencillos pasos, ellos mismos podrán preparar el plato. Sólo hace falta organización y mucha ilusión. Para empezar, hazle ver la importancia de comprobar si tenéis todos los ingredientes y materiales que vais a necesitar:

  • 3 cucharadas soperas de azúcar blanco
  • 2 tazas de harina de trigo
  • 2 huevos talla L
  • 2 cucharadas soperas de mantequilla o margarina
  • 1 vaso de leche
  • 1 cucharadita de levadura en polvo
  • 1 cucharadita de vainilla
  • Una pizca de sal
  • Chocolate al gusto (Nocilla, Nutella, sirope, etc.)
  • 3 o 4 fresas

Si os falta algo, tendréis que ir a comprarlo. Esto ya forma parte del plan, ¡el juego ha comenzado! Enséñale a planificarse con tiempo, para que no os pille el toro. Estimad aproximadamente lo que tardaréis en hacerlo, pensad cuándo vais a querer sorprenderle y, en función de ello, decidid cuándo os ponéis manos a la obra.

Cuando hayáis reunido todo lo necesario, seguid los siguientes pasos:

  1. Separad las claras de las yemas. Reservad ambas, pues las necesitaremos. Enséñale a batir las yemas junto con el azúcar hasta que queden blanquecinas. ¡Es el truco para que vuestras tortitas queden realmente esponjosas! Cuando acabéis, añadid la vainilla.
  2. Derretid la mantequilla o margarina en el microondas y echadlo en la mezcla anterior, junto con la leche.
  3. Juntad en un bol aparte la harina con la levadura. Después, incorporadlo a la mezcla tamizando bien. Pondrás a prueba su paciencia. ¡Todo un reto!
  4. Ahora toca recuperar las yemas que separamos al principio, para batirlas a punto de nieve. Explícale en qué consiste. Necesitaréis batirlas bien para introducir el aire necesario. La pizca de sal le dará mucho más cuerpo. Les parecerá magia ver cómo se aguanta por sí solo aunque pongamos el bol bocabajo, al pasar de líquido a sólido. Incorporadlo a la mezcla con movimientos suaves y envolventes.
  5. ¡Ya tenéis lista vuestra masa! Ahora, colocadla en una manga pastelera. Engrasad la sartén con un poco de mantequilla, esperad a que esté bien caliente y dibujad directamente sobre la sartén las letras que hayáis decidido para componer el mensaje para papá. Partid unas cuantas fresas en pequeños trozos y acompañadlo al gusto con vuestro chocolate preferido. Cuanto más lo personalicéis, ¡más le gustará! Anímale a ser creativo/a, podéis hacer letras, formas o figuras. La originalidad está servida.

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Ahora sólo os falta pensar cómo vais a entretenerle mientras lo estáis preparando para que no sea él quien os sorprenda a vosotros.

Este es sólo un pequeño ejemplo de cómo podéis aprovechar una situación cotidiana para entrenar a vuestros hijos en diferentes aspectos relacionados con la inteligencia emocional. Esta actividad le servirá para aprender a organizarse, a orientar su conducta en la consecución de objetivos y a tomar conciencia del valor del tiempo. Al fin y al cabo, la base para alcanzar una meta es la planificación.

Si os ha gustado este plan en familia, no necesitáis tener la excusa de un día como este para hacer algo agradable juntos. Con Gomins® encontrarás muchas más actividades con las que poder educar a tus hijos mientras os divertís.

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Publicado en: Blog de Gomins, Planes y Actividades

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La técnica para enseñar a tus hijos a desarrollar nuevas conductas: El moldeamiento

La técnica para enseñar a tus hijos a desarrollar nuevas conductas: El moldeamiento

No te quedes sin ver las claves del moldeamiento para aplicar esta técnica con éxito. ¡En menos de 2 minutos te lo hemos contado!

 

El moldeamiento es un procedimiento en el que se refuerzan las aproximaciones sucesivas a una conducta meta. Para que el reforzamiento tenga lugar es necesario que se dé alguna conducta previa. Lo que conseguiréis con el reforzamiento será fortalecer la probabilidad de que la conducta reforzada tenga lugar. Primero empezaréis fortaleciendo aquellas conductas que más se asemejen a la que pretendéis conseguir. Después, iréis incrementando la exigencia progresivamente.

Para aplicarlo, debes seguir tres pasos:

1. Especificad una conducta meta. Ésta debe ser razonable y relevante para los intereses del niño/a. Negocia con tu hijo dónde queréis llegar.
2. Estableced un punto de partida o línea base. ¿Desde dónde partimos?, ¿qué sabe y qué no sabe hacer tu hijo/a en relación con la conducta objetivo?
3. Planificad las aproximaciones sucesivas, es decir, fragmentad la conducta meta en submetas. ¿En cuantos pasos dividiréis la conducta?, ¿cuánto tiempo dedicaréis a cada uno de ellos?

¡Ánimo! Tened en cuenta que las primeras etapas suelen ser más lentas por requerir más práctica que las siguientes, ya que el aprendizaje previo facilita el siguiente. Recordad que al principio el reforzamiento será más frecuente y el nivel de exigencia más bajo.

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Silvia Álava es autora de «Queremos Hijos Felices«, publicado por JdeJ Editores en 2014.

Publicado en: Blog de Gomins, Familia, Inteligencia Emocional

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10 consejos para educar a niños en el optimismo

10 consejos para educar a niños en el optimismo

Por Silvia Álava

Hay niños que son especialmente negativos y pesimistas, es como si tuvieran un radar para detectar todas las cosas que no salen bien, todo lo malo o lo que no tienen, y se anticipan en negativo pensando que todo va a ir mal, de tal forma que no intentan las cosas porque siempre piensan que no van a ser capaces o les va a salir mal.

No son capaces de darse cuenta de su valía, y a la larga esto puede generar un problema de inseguridad personal y baja autoestima, además de impedirles ser felices, pues en ocasiones este tipo de pensamiento y de conductas les impide afrontar con éxito las situaciones de la vida cotidiana.

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Cómo ayudar a los niños pesimistas:

Es fundamental que estos niños aprendan a enfrentarse a su negativismo y cuenten con técnicas y estrategias para superarlo. Se trata de que se hagan fuertes ante las contrariedades del día a día y que sean capaces de concentrarse en los aspectos positivos en vez focalizar y quedarse atrapados en los negativos.

Ante todo recordemos que nuestro propio ejemplo es la mejor forma de enseñarles cómo afrontar el día a día de forma positiva.

Diez consejos para conseguir que los niños sean optimistas:

  1. Analiza la situación. ¿En qué momento tu hijo tiene esa actitud pesimista? ¿Es una actitud constante, o es a la hora de realizar determinadas tareas que sabe que se le dan peor?
  2. Entrena con él aquella tareas que se le dan peor, eso le hará coger confianza en sí mismo.
  3. Empieza a trabajar desde el nivel que se encuentra el niño, pidiéndole cosas que sabemos que si que puede conseguir. Si el nivel de exigencia es demasiado alto, el niño se puede frustrar al saber que no lo va a conseguir, y favoreceremos sus pensamientos pesimistas.
  4. Trabaja la importancia del esfuerzo desde pequeño. Que sepa que ante las adversidades, la respuesta no es la queja ni verbalizaciones negativas como ‘no puedo’, ‘es que muy difícil’, ‘a mí no me sale’….
  5. Refuérzale mucho cuando algo le sale bien, que se sienta importante y orgulloso.
  6. Atiéndele también cuando no tiene una actitud pesimista, que vea que tiene más atención en positivo que en negativo.
  7. Cuando está muy bloqueado no es el momento de hablar con él ni de hacerle razonar. Es mejor esperar a que se le pase, pues por mucho que le intentamos que vea las cosas de forma positiva, primero necesita ‘desconectar’ antes de seguir con la tarea. Puedes leer más sobre el estrés aquí.
  8. Resalta sus cualidades, enumera o haz una lista con él de las cosas que se le dan bien, por pequeñas e insignificantes que parezcan tiene que aprender a valorarlas.
  9. Enseña al niño a aceptarse como es. Tenemos que aprender a querernos y aceptarnos como somos desde pequeños con nuestras limitaciones. No siempre se puede ser el mejor jugando al fútbol, o al baloncesto. Lo importante es esforzarse para hacer las cosas lo mejor posible.
  10. No olvidemos que la principal fuente de aprendizaje de los niños es el modelado. Los niños copian a sus adultos de referencia: sus padres. Seamos un modelo de superación ante las adversidades, no de negatividad.

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Fuente original del texto: guiainfantil.com

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Claves para escoger la tablet más adecuada para tu hij@

Claves para escoger la tablet más adecuada para tu hij@

Por Sandra Méndez

Si estás pensando en añadir una tablet a la cesta de los Reyes Magos estas Navidades, te vendrá bien leer este post en el que te damos algunas orientaciones que deberías tener en cuenta antes de nada.

Desde que llegaron a nuestras vidas en 2010, las tablets se han convertido en un acompañante inseparable. Un estudio acerca del uso de las tablets en las familias revela que el 91% de ellas tiene una en casa y muchas de las que no la tienen están pensando en comprarla próximamente. Que no nos extrañe cuando vemos a un bebé que está trasteando con un objeto que pilla por banda hacer gestos como si de una pantalla táctil se tratara, imitando con sus dedos los movimientos que ha visto hacer a sus padres. Admitámoslo: son auténticos nativos digitales y ello puede tener múltiples ventajas a nivel educativo, ¡aprovechémoslas!

Las tablets orientadas exclusivamente para niñ@s están de moda y son muchas las alternativas que podemos encontrar en el mercado. Sin embargo, ¿cómo saber si estamos haciendo una buena compra?, ¿qué es lo más importante que debemos tener en cuenta? Los aspectos más relevantes a nivel técnico son:

  1. El procesador. Serán mejor opción aquellas tablets que cuenten con Dual o Quad Core (2 o más núcleos), ya que aumentará la velocidad de ejecución de sus aplicaciones y disminuirá el consumo de la batería.
  2. La memoria RAM. Es un factor clave si no queremos que cualquier juego o vídeo tarde una eternidad en cargarse. Lo ideal sería comprar una tablet de 1 GB.
  3. Acceso libre a Google Play. Muchas tablets pueden resultar por fuera muy atractivas para nuestros hij@s, pero tener el inconveniente de no poder acceder gratuitamente a Google Play, donde sin duda encontramos la mayor variedad de Apps, ya sean gratuitas o de pago. No obstante, este inconveniente suele subsanarse con plataformas propias de la tablet, siempre y cuando ofrezcan Apps gratuitas en sus tiendas, como es el caso de Paquitoland, de la tablet Paquito Mini de Imaginarium (179 €).
  4. Memoria interna. Si la tablet tiene una ranura para introducir una tarjeta MicroSD, la cantidad de memoria interna no se convierte en un aspecto tan importante a tener en cuenta.

Cuando barajamos la idea de comprar una tablet para nuestr@ hij@, no nos paramos a pensar en qué se diferencia una exclusivamente diseñada para niños de una tablet normal. Realmente, en el contenido pre-instalado y en el control parental. Sin embargo, podemos encontrar muchas Apps gratuitas de control parental, como por ejemplo Kid’s Place o Kido’z. En cuanto a los programas pre-instalados, no tiene sentido comprar una u otra tablet por las aplicaciones que traiga, ya que la mayoría de las preferidas por l@s niñ@s se pueden descargar de forma rápida y gratuita. La idea con la que tenemos que quedarnos es que cualquier tablet puede tener control parental. No necesitamos comprar una tablet infantil para disponer de estos sistemas de protección.

En definitiva, la elección final irá en función de la edad que tenga el/la niñ@, del uso que vaya a darle y del presupuesto del que dispongáis. Aquí os dejamos algunos modelos concretos que van desde los 60 hasta los 179€. Hemos incluido tanto tablets infantiles como normales para adaptar a niñ@s y ser una buena elección para toda la familia:

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Es importante tener en cuenta que no existe la tablet ideal para niños, cada una ofrece unas prestaciones propias que se ajustarán más a unos casos que a otros. Lo que sí es cierto es que la tecnología supone un gran apoyo en su educación. El 90% de los estudiantes considera que la tablet le ayuda a estudiar y, en muchos aspectos, se ha convertido en el sustituto del ordenador.

La tablet resulta útil tanto dentro como fuera del entorno educativo. Si como muchos otros padres, tú también has decidido comprar una tablet para tu hij@ estas Navidades, no dudes en descargarte Gomins, el videojuego que te ayudará a evaluar y desarrollar la Inteligencia Emocional de tu hij@. Porque los videojuegos no tienen por qué ser un simple divertimento, sino también, y lo que es más importante, una valiosa herramienta de aprendizaje.

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«Mamá y yo hemos suspendido tres asignaturas esta evaluación»

«Mamá y yo hemos suspendido tres asignaturas esta evaluación»

Por David Pulido

Un niño de once años que acudía a consulta porque sus padres estaban preocupados por su rendimiento escolar me dijo: “Hemos suspendido tres esta evaluación”. Preguntado entonces a quiénes se refería, me dijo “mamá y yo” y pensativo añadió: “Aunque para ella es peor porque había estudiado más que yo”. Esta anécdota refleja el creciente aumento de preocupación de los padres porque sus hijos no hacen los deberes si no están ellos encima. Y además muestra una realidad nada cómica en los hogares: luchas diarias para conseguir que hagan los ejercicios, tardes enteras empleadas por toda la familia en las tareas del niño y un inevitable fracaso escolar con el tiempo. Y lo que es más importante: una absoluta falta de autonomía a la hora de estudiar y de aceptar como propia la responsabilidad académica.

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El objetivo inicial de implicar a los padres en la educación escolar se ha desvirtuado y entrar en una dinámica equivocada tiene como resultado que los niños no saben estudiar solos.

La explicación que los desbordados padres dan acerca de por qué hacen los deberes con los niños, y en muchas ocasiones en lugar de ellos, es que a sus hijos no les gusta o sólo los hacen para conseguir algo, sin motivación propia. Parten de la concepción errónea de que la motivación o el encontrar divertido hacer las tareas escolares es algo innato, que no depende de ellos, cuando en realidad a cualquier niño le gustaría más estar jugando y no copiando hojas.

Pero algunos niños empezaron obteniendo refuerzos a la hora de hacer los deberes, tanto en el colegio como en casa, y al final han acabado asociándolo como algo gratificante. Por tanto, cada vez es menos necesario premiar en casa, puesto que el niño tendrá otro tipo de refuerzos menos materiales o que no dependen ya de los padres. Tienen esa «motivación interna» que reclaman. Pero no venía de serie, la han adquirido.

La dinámica errónea también tiene que ver con qué conducta estamos reforzando: el niño no hace los deberes, por lo tanto los padres se sientan con ellos y les dedican su tiempo y esfuerzo. Eventualmente acaban facilitando también la respuestas a los problemas que les surgen y ayudando en todo lo posible para que acaben antes de la hora de la cena. Las siguientes semanas, la situación no mejora sino que cada vez su dependencia hacia la ayuda de los padres es mayor.

¿Qué está ocurriendo aquí?

Al dedicar nuestra atención al niño, antes siquiera de que empiece la tarea, estamos reforzando esa inactividad. El niño sabe que si se queda parado frente a los deberes sus padres acudirán. El no contestar bien las tareas o tardar en hacerlas tiene como premio el que sean los padres quienes nos den la respuesta o faciliten todo para acabar cuanto antes. ¿Para qué esforzarse entonces? Aunque tengan que soportar alguna regañina, al final el trabajo estará hecho, sin que apenas hayan tenido que pensar o trabajar, y además durante la larga tarde habrán tenido toda la atención del mundo y no siempre en forma de malas caras.

El problema es luego a la hora de hacer los exámenes. Allí no están los padres para completar las respuestas como hacen en casa. Es fácilmente identificable un examen de un niño que no ha estudiado por el tipo de respuestas “vagas” que dan. El niño suspenderá y los padres se verán más justificados que nunca para estar encima de ellos, “ahora es cuando no podemos dejarle a su aire” y en todo este proceso el niño no habrá aprendido la manera de gestionar su tiempo, de resolver problemas o de aplicar sus propias estrategias para optimizar su aprendizaje. En definitiva. No habrá aprendido a estudiar solo.

El no saber salir de esta dinámica al priorizar los resultados académicos al propio aprendizaje de la conducta de realizar los deberes de manera autónoma, prolonga esta situación hasta el absurdo. El niño sigue adelante con los estudios y puede llegar al bachillerato incluso sin haberse responsabilizado de los éxitos o fracasos académicos y sin tener herramientas propias para estudiar. Cuánto mayor es el niño mayores serán los conflictos en casa para que haga los deberes y mayores dificultades tendrá para hacer frente a los estudios, así que al final el fracaso es inevitable.

Desengancharse de esta dinámica tiene que ser gradual: no podemos pretender que lo que no ha aprendido a hacer en años pueda aplicarlo de golpe, por lo cual nuestra retirada tendrá que hacerse de una manera estudiada.

Cómo pasar de hacer los deberes con el niño a que los haga él solo

1. Es muy importante conocer previamente si existe alguna dificultad real en el aprendizaje y cuál es la capacidad del niño para adaptar nuestra ayuda a sus necesidades. Si existe algún déficit, habrá que trabajar con el colegio para conseguir que el niño aprenda técnicas que compensen sus dificultades, pero en ningún caso la solución será hacer los deberes por el niño e ir tirando indefinidamente.

2. Nuestra presencia no puede ser lo que mueva al niño a hacer los deberes o nos obligará a estar siempre pendientes. Hay que usar otro tipo de estímulos y los más útiles son los temporales y los espaciales: empezar siempre a la misma hora y en el mismo lugar de estudio facilitará que el niño sepa cuándo tiene que ponerse y cuándo dejarlo.

3. Cuando el niño se ponga, le pedimos que nos llame y entonces, al principio, le organizaremos las tareas por partes y explicaremos cuál es la primera que tiene que hacer. Después dejamos al niño sólo haciéndola.

3. Si el niño tiene dudas nos puede llamar pero nunca permaneceremos sentados con él. Tras resolverlas nos volvemos a ir y sólo acudimos cuando la haya terminado y nos llame.

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4. Reforzamos entonces la ejecución y corregimos lo que no esté bien. Después, explicamos la nueva tarea y volvemos a dejarle sólo. Puede ser algo cansado al principio pero el cambio es importantísimo: hemos pasado de reforzar la inactividad a reforzar la ejecución. El niño hará los deberes sabiendo que al hacerlo es cuando tendrá la atención y ayuda de los padres, y no antes.

5. Cada semana se irá viendo la evolución y entonces iremos bajando el nivel de apoyo: cada vez dosificaremos menos y no hará falta acudir tantas veces. Luego sólo explicaremos al principio y corregiremos al final de la tarde. Finalmente no hará falta más que una pequeña revisión informal de lo trabajado, porque el niño será capaz de realizarlos todos de manera autónoma.

6. Es muy importante reforzar cada día por el estudio y no sólo por los resultados en el colegio. Además de felicitarle por su trabajo, le demostramos cómo de esta manera la tarde es más gratificante para todos y puede tener mucho más tiempo para jugar al acabarlos antes.

7. Por último, para conseguir mejores resultados, es importante que el colegio vea el cambio en el planteamiento con el niño y si aún es pronto para reforzar con buenas notas, es bueno que sí le hagan ver al niño que su esfuerzo se nota.

Publicado en: Blog de Gomins, Colegio y Educación

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Cómo elaborar una economía de fichas eficaz en la educación de tu hijo

Cómo elaborar una economía de fichas eficaz en la educación de tu hijo

Por David Pulido

Padres desesperados con sus hijos que acuden a consulta y dicen eso de: “hemos intentado eso que sale en la tele de la cartulina con puntos y con este niño ese truco no sirve”.

Gracias a los medios de comunicación se han hecho muy conocidas en los últimos años estrategias para modificar comportamientos en niños. La citada “cartulina con puntos” es una técnica muy conocida en modificación de conducta llamada economía de fichas que consiste básicamente en dar puntos al niño al realizar ciertos comportamientos que podrán canjearse por un premio.

Un problema recurrente en la popularización de la psicología es que se acaba perdiendo la fundamentación teórica que sostiene una determinada técnica. La economía de fichas no es un truco o un remedio comercial sino que está basada en los principios del condicionamiento operante que establece científicamente cómo se modifican las conductas. Por tanto, si “no funciona” es que no estamos entendiendo el problema de nuestro hijo o no estamos aplicando de manera adecuada la técnica.

Una economía de fichas exitosa necesita de un diseño adecuado

La economía de fichas es muy útil ya que al establecer las conductas objetivo podemos evaluar y registrar el avance, al utilizar un sistema de puntos podemos tener reforzadores inmediatos e infinitos y además implicamos al niño en la consecución de sus logros. Pero no es tan simple como copiar lo que hemos visto en la tele o hacer un catálogo de conductas y premios. Una economía de fichas exitosa necesita de un diseño adecuado que siempre ha de seguir los siguientes puntos clave:

A la hora de elegir las conductas a realizar

  • Conductas operativizables: Las conductas tienen que ser concretas y perfectamente identificables para determinar si se han cumplido o no: “Portarse bien” o “ser cariños” son confusas y ambiguas: Usaremos mejor “permanecer sentado a la hora de comer” o “dejar mi muñeca a mi hermana”
  • Conductas alcanzables: Las conductas, obviamente, han de ser posibles de realizar para su edad y circunstancias. Pero también tienen que estar dentro de su repertorio de aprendizaje. No podemos pretender que un niño que jamás se ha vestido solo lo haga de golpe o que una niña que ha suspendido siete ahora apruebe todas. Por eso reforzaremos conductas que se aproximen a esa meta, como “ponerse la camisa y el pantalón” y cuando ya lo hayan conseguido pasaremos a un nuevo nivel de consecución.
  • Pocas conductas: Es mejor establecer tres o cuatro conductas como máximo. No solo por la dificultad para él sino porque olvidamos que para los padres también es un proceso que requiere paciencia y sistematicidad y no podemos abarcar tanto.

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A la hora de asignar y dar los puntos

  • El punto es inmediato: La gran ventaja de este sistema es que podemos reforzar de manera inmediata con algo simbólico (puntos en una cartulina, fichas que se guardan en una cajita, pegatinas en un corcho…) la conducta que acaba de ser realizada de manera correcta y que si usáramos reforzadores reales (golosinas, cuentos…) no siempre podríamos o deberíamos. Por eso no se puede perder esta inmediatez. Padres que traen a consulta los registros a medias o le dicen al niño que le deben 15 puntos de la semana pasada, no han entendido qué es una economía de fichas.
  • Sistema simple: Puede existir diferentes valores asociados a diferentes conductas (1 punto por lavarse los dientes, 2 por recoger el desayuno…) pero tiene que seguir un sistema simple y no un código numérico que nos acabe perdiendo y al niño tentando a hacer sólo las conductas que le salgan más a cuenta. También hay que tener cuidado con dar “medios puntos” por conductas hechas a medias. Es mucho más eficaz premiar primero por hacerlo regular y luego subir el nivel, como se mencionó antes.
  • Siempre en positivo: Uno de los errores más comunes es establecer un sistema paralelo de penalización y restar puntos si no se consiguen conductas o para castigar otros comportamientos. Está probado que reforzar la conducta adecuada es más eficaz que castigar la inadecuada pero, además, en un sistema de puntos, irlos restando acaba desvalorizando los logros y haciendo que el niño pierda interés.
  • Acompañar el punto de otros refuerzos: Simultáneamente al darle el punto, es imprescindible que le felicitemos verbalmente y con algún gesto afectivo. Estos cumplidos, al asociarse al punto, irán adquiriendo el valor de refuerzo que en muchos casos habían perdido. El punto es provisional, el “muy bien” es para toda la vida.
  • Repaso de los puntos: En una hora fijada, normalmente al acostase, se hará un repaso de los puntos que haya obtenido de manera inmediata a lo largo del día, motivando al niño y haciendo un recuento con los más pequeños sobre cuánto les falta para conseguir su premio.
  • Acotar los puntos: No todo vale puntos a partir de ahora: Solo las conductas que hayamos acordado. Hemos de resistir la tentación de darle puntos al niño cada vez que queramos que haga algo, o conseguiremos que el niño aprenda a negociar todo a cambio de puntos y dejando de perseguir los objetivos propuestos. De igual manera es útil no hablar del recuento y de los premios más que a la hora fijada.

A la hora de elegir los premios

  1. Un abanico de premios deseados: Es bueno que el niño elija, guiado por los padres, los premios a los que pueda tener acceso y que tenga varios, de diferente valor, para elegir según los puntos que vaya alcanzando.
  2. Fáciles de conseguir: Deben existir premios “baratos” que el niño pueda conseguir pronto con pocos puntos para que entienda perfectamente el valor de los mismos y disfrute de su ganancia. En niños más mayores se puede designar un premio final de gran cantidad de puntos pero siempre es importante que existan premios intermedios y que no pase demasiado tiempo sin conseguir alguno o se desmotivarán.
  3. Premios específicos para el juego: Los premios que se elijan no pueden ser conseguidos por otros medios o los puntos no significarán nada. Por eso hay que tener cuidado de no pillarnos los dedos y especificar un premio que luego queramos darle por otra razón o que necesite tener pronto. También hay que tener cuidado con los cumpleaños y las Navidades ya que el niño estará saciado de regalos y no muestre tanto interés en conseguirlos.
  4. Premios no materiales: Los premios no tienen que ser sólo regalos, pueden ser actividades, caprichos, situaciones especiales, como ir toda la familia al zoo, quedarse a dormir con los primos o hacerle su comida favorita, siempre que tengamos en cuenta todo lo anterior.

¿Y si aún así no funciona? Probablemente no estamos teniendo en cuenta otras contingencias que están operando más potentes que el punto o los premio. El caso más típico es la atención parental: el estar detrás de un niño que no hace los deberes toda la tarde puede ser más reforzante que el tener un punto para conseguir un muñeco al cabo de una semana.

También podemos encontrarnos un problema que no está mantenido por el condicionamiento operante. Por eso es mejor acudir a un profesional.  

Cuando el niño ya hace de continuo la conducta no es necesario seguir reforzándole salvo con nuestras palabras y gestos afectivos

¿Hasta cuándo hay que reforzar? Cuando el niño ya hace de continuo la conducta no es necesario seguir reforzándole salvo con nuestras palabras y gestos afectivos, que no dejaremos de dárselos. Además, la realización de esa conducta deseable conllevará sus propias ganancias: “sentirse mayor”, “que me felicite la profe”, “descansar mejor”… El niño ya ha aprendido que esa conducta es reforzante en sí, sin necesidad del refuerzo extra del punto. Es útil ir desvaneciendo la técnica poco a poco, usando cada vez refuerzos más globales y espaciados en vez de cesarla de golpe. Puedes ver un vídeo sobre cómo hacer un programa de refuerzo aquí.

¿Por qué es tan importante el papel de los padres? Por sorprendente que resulte, lo más relevante no es que el niño entienda y aplique la técnica. Sólo el hecho de que los padres entiendan la economía de fichas ya cambia las cosas en casa. Unifican bajo un mismo criterio qué le piden al niño y concretan de manera objetiva sus avances y sus dificultades, se obligan a reforzar de manera sistemática, independientemente de sus despistes o estados de ánimo y además de compartir con su hijo sus triunfos, acaban convirtiéndose ellos mismos en los más potentes reforzadores de las conductas de los pequeños.

 

Publicado en: Blog de Gomins, Familia, Inteligencia Emocional

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Superdotados, un cerebro por atender

Por Ángel Peralbo

Muchas veces nos olvidamos de esos críos que parece que lo saben todo y que lejos de ser así, es frecuente incluso que en realidad necesiten más atención, recursos y estrategias para su adecuado desarrollo, en un mundo que les exige como al que más y que crea unas altas expectativas sobre quien presupone que por tener un coeficiente intelectual de más de ciento treinta ya lo tiene todo hecho.

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Si nos atenemos a lo que ocurre al principio, vemos que en muchos casos los padres asisten a la paradoja de que a pesar de que su hijo es muy inteligente, lo que les dicen desde el centro educativo es que no atiende, que no quiere trabajar, que lo que quiere hacer es solo lo que decide hacer, etc. Son muchos los niños que aún siendo muy talentosos no sincronizan su potencial con el ritmo esperado en clase y lejos de destacar y conseguir los objetivos curriculares de forma adecuada, no arrancan o lo hacen en dirección contraria o en el mejor de los casos, brillan frente a lo que les gusta y fracasan en relación a lo demás. Utilizo deliberadamente la palabra “fracasan” porque se utiliza frecuentemente y lo hago para recalcar que debería de estar prohibida o al menos, su uso tendría que permitirse exclusivamente a partir de cierta edad, quizá en torno a los ochenta y cinco años, edad a la cual se podría empezar a hablar de fracaso y esto es cuestionable incluso. Considero que es un término que apunta demasiado a la idea de “no haberlo conseguido” frente a lo que pienso que en realidad debería dirigirse, la idea de que aún está en proceso de conseguirlo y hay que buscar la manera de que así sea”. Pero se denomine de una forma u otra, la cuestión es que en muchos de estos casos el sistema no funciona y es esa una primera etapa a la que en mi opinión, hay que atender de manera prioritaria.

¿Cuándo podemos saber si se trata de un niño superdotado?

La idea es que en cuanto tengamos sospechas de que puede ser así o por supuesto, cuando aparezcan dificultades que indiquen una falta de adaptación al ritmo esperado, es conveniente hacerle un estudio para conocer con la adecuada precisión, su potencial y sus capacidades y así poder plantearnos qué recursos son los más adecuados para poder solucionar los problemas que se estén evidenciando y facilitar un desarrollo, tanto académico como personal, en la línea de lo que necesite. Y una vez más aquí es necesario que hagamos un esfuerzo por liberarnos de ideas como: “es pronto para saber su potencialidad, hay que esperar” o “ya se motivará, paciencia”.

Cuánto antes sepamos, antes actuaremos en consecuencia.

Esperando, esperando, en mi experiencia con adolescentes que no consiguen unos buenos resultados, en muchas ocasiones ni siquiera “unos mínimos resultados” veo un importante porcentaje de ellos que ni siquiera conocen sus capacidades, más allá de unas evaluaciones colectivas donde el resultado ha sido: “es un chico/a listo/a”. Esto sí que es un fracaso, pero del sistema que permite que el adolescente esté desorientado y que lo único que reciba es la vaga idea de: “es un vago y en realidad no trabaja porque no le gusta o no quiere”. Obviamente en ciertos casos es así pero los profesionales no tenemos ninguna duda a la hora de identificarlos, por lo que sorprende más que estos casos lleguen a los catorce años en esas condiciones.

Cuando ellos y ellas conocen cuál es su potencial, cuando los padres empiezan a encajar las piezas del puzzle y consiguen entender lo que durante algún tiempo han intuido y cuando los educadores tienen un informe que les ayuda a comprender lo que de verdad ocurre, sin juicios aproximados ni intuiciones sin rigurosidad, las cosas comienzan a ir en la adecuada dirección.

¿Qué podemos hacer en esta etapa?

Una vez que conocemos bien la potencialidad del niño/a ya podemos buscar los recursos formativos, como cuando conocemos la talla que usamos que buscamos una prenda y por mucho que nos empeñemos si no damos con ella o no entra o sobra. Y me refiero tanto a recursos educativos como familiares o sociales.

En cuanto a recursos educativos no nos podemos quedar en la idea tan primaria de que si es tan bueno el chico/a cómo que no llega al nivel de la clase? Hemos de plantearnos por qué ocurre esta cuestión de tal manera que a nada que lo enfoquemos en esa dirección descubriremos las razones para que se aburra o para que llame la atención constantemente o para que presente problemas frecuentes de conducta. De igual forma que no dudamos a la hora de plantear ayudas y refuerzos escolares para los alumnos que no llegan será importante ajustar el nivel de exigencia para estos otros.

En cuanto a recursos familiares, he de decir que por experiencia el solo hecho de que los padres conozcan bien las características de su hijo, ayuda mucho a ajustar las expectativas y tranquiliza bastante, si bien, no es suficiente para que sepan manejar las diferentes situaciones típicas que se les pueden presentar y mucho menos para aprender a entender y sobre todo a tratar a sus hijos que tienen estas características. Por ejemplo, uno de los grandes hándicaps que presentan los niños/as superdotados es que frecuentemente sienten que no les entienden y se sienten “raros”. Pues bien, para los padres es importante la asistencia a talleres donde les expliquemos estas y otras cuestiones ligadas a la superdotación.

Por último es importante hacerse cargo de las dificultades que a nivel social les puede suponer el tema y así es frecuente que puedan tener diferencias con sus compañeros de clase, dados los distintos intereses que pueden presentar y las diferencias precoces que se pueden observar. Esto se puede traducir desde la falta de amigos hasta tenerlos pero pocos. Algo también que me encuentro frecuentemente con algunos adolescentes superdotados es que sus padres se quejan de que no salen o de que apenas tienen amigos. Y la cuestión es que durante años lo que han hecho, puesto que también son bastante selectivos, es que mantienen dos o tres amigos y piensan que ya les sobra, por lo que no sienten ninguna necesidad de relacionarse a mayor escala. Aquí nuevamente hay que apelar a la idea de intervenir cuanto antes y el mejor recurso sin duda es el taller de habilidades sociales donde les ayudamos a mejorarlas junto a compañeros y compañeras de su misma edad. Me gustaría incidir en la idea, a mi juicio equivocada, de que los niños superdotados no tienen empatía o cosas por el estilo. En realidad sí pueden tener en ocasiones una alta sensibilidad social pero pronto aprenden a detectar diferencias que muchas veces perciben como rechazo o incomprensión por parte de los demás y desarrollan cierta protección, lo que supone un alejamiento progresivo de las relaciones sociales convencionales, más allá de los que identifican como ellos/as, con quienes sí se suelen relacionar más y mejor. Hay que devolverles y entrenarles en el uso de estrategias sociales eficaces y adaptativas para que se puedan relacionar con éxito y así puedan tener un desarrollo adecuado y positivo.

 

Será una etapa en la que nos tenemos que encargar de que sean felices, tengan éxito y se preparen para su futuro desarrollo profesional en el que las empresas también se tendrán que hacer cargo de las necesidades que puedan tener y de lo que de ellos puedan esperar, que resulta ser altamente interesante.

Publicado en: Blog de Gomins, Colegio y Educación, Inteligencia Emocional

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Adolescencia: ¿Por qué esta etapa es tan difícil?

Por Aroa Caminero

Que la adolescencia es la edad del pavo es un tópico, pero lo que sí es un hecho es que la adolescencia es un periodo más difícil que el resto de etapas vitales en el que suele haber más problemas que en otras edades.

Aunque la regla general es que la mayoría de los adolescentes termina desarrollándose adecuadamente y se convierten en adultos bien integrados en la sociedad, la evidencia científica ha demostrado que durante esta etapa aumentan significativamente los conflictos con los padres, la INESTABILIDAD EMOCIONAL y las conductas de riesgo.

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¿Por qué ocurre esto?

Existen algunos factores neurobiológicos que explican porque ocurre esto durante la adolescencia:

  • La corteza prefrontal del cerebro (la que se sitúa justo donde tenemos la frente), es la encargada –entre otras cosas- de: controlar los impulsos, planificar y anticipar el futuro, tomar decisiones y de regular nuestras conductas y nuestras emociones. Los estudios científicos realizados con resonancia magnética han demostrado que la corteza prefrontal no termina de desarrollarse hasta la adultez temprana, por eso es normal que en la adolescencia, las funciones que dependen de ella estén limitadas. La maduración de este circuito depende de la edad y del aprendizaje del adolescente, de modo que es a partir de los 16-18 años cuando las capacidades cognitivas ya son iguales a la de los adultos.
  • Además de lo anterior, durante la adolescencia, el circuito cerebral socioemocional que está relacionado con las emociones, los impulsos, la motivación y las recompensas, se encuentra sobreexcitado porque está influido directamente por la mayor producción hormonal que se produce durante la pubertad. Esto provoca que durante esta etapa haya un exceso de emotividad, de impulsividad, de búsqueda de sensaciones, de novedades y de gratificaciones inmediatas.
  • El desequilibrio existente entre la mayor activación del circuito afectivo y la maduración más lenta de la corteza prefrontal, provoca un “hambre de sensaciones” y una mayor intensidad emocional que no están lo suficientemente controlados.

Por otro lado, existen variables ambientales que también influyen sobre la mayor problemática adolescente:

  • Las mejoras socioeconómicas, en la alimentación y sobre todo, en sanidad, han conseguido adelantar la maduración hormonal (no así la cognitiva) y esto provoca que los jóvenes tengan menos cantidad y calidad de experiencias previas antes de la adolescencia;
  • La pubertad precoz hace que desde más jóvenes ya estén siendo influenciados por el grupo de iguales en su conducta, valores, intereses, etc. (que está integrado a su vez por chavales con menos experiencias previas);
  • Cambios en la estructura de las familias: debido por ejemplo, a cuestiones económicas muchos padres trabajan más y pueden supervisarles menos;
  • Nuevas tecnologías de la información: permiten difundir las ideas, valores e intereses de los adolescentes de un modo más rápido y globalizado;
  • Aumento del poder adquisitivo de los adolescentes: a pesar de la crisis, muchos adolescentes tienen más acceso que antes a ofertas de ocio que pueden ser perjudiciales, etc.

¿Qué podemos hacer para disminuir la problemática adolescente?

No existe evidencia científica de que la intervención psicológica con los adolescentes cambie los circuitos cerebrales y el grado de maduración cerebral. Sin embargo, la intervención psicológica sí influye directamente en una modificación del ambiente que rodea a los adolescentes y en un aprendizaje de habilidades y estrategias socioemocionales que favorecen la estabilidad emocional en esta etapa.

Por ello, la adolescencia es una etapa ideal para aprender a mejorar el autocontrol conductual y emocional, la racionalidad, el autoestima y la seguridad personal, las relaciones sociales, etc. con el objetivo de que los chavales tengan las herramientas necesarias para enfrentarse con mayor facilidad a esta etapa vital.

Publicado en: Adolescentes, Blog de Gomins, Inteligencia Emocional

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Cómo estimular la memoria en bebés

Por Aroa Caminero

Juegos y actividades para estimular el aprendizaje y la memoria

La memoria es la capacidad que tenemos para retener información y disponer de ella cuando la necesitamos. La memoria surge desde el momento del nacimiento, aunque de forma no consciente y va evolucionando a medida que crece el bebé.

Memoria y aprendizaje van de la mano, por ello, es muy importante estimularla desde que son muy pequeños adaptándonos a la etapa evolutiva en que se encuentran, ya que muchos de los estímulos que reciba el niño quedarán almacenados en su memoria para siempre.

Consejos para estimular la memoria en la primera infancia

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– Establece un apego seguro atendiendo sus necesidades con afecto pero sin sobreprotegerle. Aumentará su seguridad y su autoestima y por tanto, también su disposición hacia los aprendizajes.

– Establece rutinas de alimentación, descanso, higiene y juego desde el nacimiento.

– Juega con tu bebé al cucú-tras aprovechando momentos como el vestirle (permanencia del objeto).

– Escóndele juguetes para que los busque utilizando todo tipo de materiales y texturas (cajas, papel de regalo o papel de plata, enterrar objetos en arena, etc) para estimular también todas las modalidades sensoriales(visual, táctil, auditiva).

– Aprovecha cualquier oportunidad para mostrarle objetos y situaciones nuevas, repitiéndole sus nombres o explicándoselas para aumentar también su vocabulario. Si ya sabe hablar, pídele que sea él quién los nombre.

– Los puzles sencillos y los juguetes de apilar y encajar favorecerán su memoria visual y espacial.

– Cántale canciones (los niños aprenden mejor a través de las canciones) y léele cuentos mientras él los hojea, ya que le ayudará a identificar objetos y situaciones, así como a desarrollar el razonamiento lógico y temporal.

– Favorece su autonomía y la búsqueda de soluciones propias a sus ‘pequeños’ problemas para favorecer su capacidad resolutiva (por ejemplo, permítele que se las apañe solo para conseguir un juguete al que no llega antes de dárselo directamente.

Publicado en: Blog de Gomins, Familia

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